Este artículo se publicó hace 14 años.
El fantasma de la burbuja amenaza la economía china
Riesgo de sobrecalentamiento por el boom inmobiliario
Andrea Rodés
En los suburbios de Pekín es cada vez más frecuente toparse con grupos de jóvenes licenciados universitarios de otras provincias chinas compartiendo habitaciones diminutas, sin baño ni calefacción.
Se les conoce como hormigas y reflejan los problemas de la nueva clase media para comprar o alquilar un apartamento en grandes ciudades como Pekín o Shanghai, donde la vivienda se encareció más del 30% en 2009. La formación de una burbuja inmobiliaria es uno de los síntomas más claros del riesgo de sobrecalentamiento que afronta la economía del gigante asiático, hasta ahora motor de la recuperación económica mundial.
Los gobiernos locales han utilizado el suelo para financiarse
China cerró 2009 con un crecimiento del 8,7% gracias al enorme programa de estímulo fiscal, dirigido principalmente a financiar inversiones públicas en infraestructuras como fuente para crear empleo.
El plan, valorado en cuatro billones de yuanes (410.000 millones de euros), provocó un exceso de liquidez y de préstamos bancarios que ha disparado el riesgo de inflación y de burbuja inmobiliaria, como alerta Andy Xie, ex director de Morgan Stanley para Asia y hoy economista independiente asentado en Shanghai. En el centro de Pekín, el metro cuadrado ya se cotiza a más de 30.000 yuanes (3.200 euros), un precio equiparable al de muchas ciudades españolas, mientras ue la renta media per cápita en la capital ronda los 7.000 euros al año.
DependenciaLa burbuja inmobiliaria podría explotar en dos años
"El problema de base es que los gobiernos locales y Pekín con ellos dependen demasiado del sector inmobiliario para obtener ingresos fiscales. Y el mercado no se cree que el Gobierno vaya a tomar medidas para morder la mano que le da de comer", explica Xie.
En China, el suelo continúa siendo propiedad del Estado y los gobiernos locales son responsables de su recalificación urbanística. Eso explica la proliferación de los llamados proyectos trofeo, desde flamantes edificios gubernamentales a barrios residenciales y polígonos industriales, algunos sin utilidad concreta a corto plazo. Estos proyectos amenazan con crear problemas de sobrecapacidad y estimulan la burbuja financiera, según Xie, que pide una reforma urgente del sistema financiero que facilite el acceso del sector privado al crédito bancario.
Según Victor Shih, economista hongkonés de la Universidad Northwestern (EEUU), la raíz del sobrecalentamiento chino está en la elevada deuda de los gobiernos locales, que alcanza el billón de euros (casi un tercio del PIB) y que se ha incrementado con el plan de estímulo.
El macroplan de inversión pública eleva el riesgo de sobrecalentamiento
Además, las autoridades locales han utilizado préstamos bancarios para financiar el desplazamiento de población afectada por los proyectos urbanísticos promovidos y el coste se ha multiplicado a medida que la vivienda subía. "Un ciclo vicioso", dice Xie, que cree que la burbuja podría explotar en menos de dos años, causando estragos en la estabilidad social y económica, si el Gobierno central no toma medidas.
En los últimos meses, Pekín ha empezado a introducir algunas regulaciones para restringir el crédito y frenar la burbuja inmobiliaria. El Banco Central ha aumentado la tasa mínima de reservas de depósitos en los bancos en dos ocasiones y ha pedido a las instituciones financieras que moderen la concesión de préstamos.
También se han introducido nuevas regulaciones fiscales para reducir la especulación en la compraventa de viviendas, una de las prioridades del Gobierno para este año, según dijo a principios de mes el primer ministro, Wen Jiabao, en la Asamblea Nacional Popular (ANP), equivalente al Parlamento. Hace unas semanas, el Banco Mundial revisó al alza sus previsiones de crecimiento para China en 2010, situándola en el 9,5%, pero urgió al Gobierno a que tome más medidas para frenar el sobrecalentamiento y la inflación, como una subida de tipos de interés y una apreciación del yuan.
China, sin embargo, todavía tiene la tasa de ahorro más alta del mundo
ReformasUna de las preocupaciones fundamentales de los economistas es si el crecimiento de China puede seguir dependiendo tanto de la inversión y el gasto público, que ya suponen el 50% del PIB, alerta Shih. Algunos creen que el exceso de inversión pública en infraestructuras amenaza con crear un serio problema de sobrecapacidad, haciendo caer el ratio de eficiencia (que mide la relación entre producción y capital invertido).
Una de las soluciones pasa por la reforma urgente del sistema financiero para facilitar el acceso al crédito a los inversores privados. Hasta ahora, las empresas estatales y la administración local han sido las principales beneficiadas de los préstamos bancarios. Ante un crack inmobiliario, muchos de estos gobiernos locales tendrían problemas para devolver créditos.
Sin embargo, China tiene una reserva de divisas de 2.000 millones de dólares, una garantía para rescatar a bancos en caso de insolvencia. Peng Wensheng, economista de Barclays en Hong Kong, señalaba recientemente al Financial Times que los escépticos que se preocupan por la excesiva inversión en infraestructura se olvidan de que China sigue siendo una potencia en vías de desarrollo, con grandes zonas rurales en el interior que deben salir de la pobreza.
Por otro lado, el exceso de infraestructuras es necesario con una población que envejece rápidamente y que no podrá generar recursos financieros para financiar estos planes en el futuro próximo. Se calcula que la tasa de ahorro de China (que alcanza el 44% de la renta disponible, la más alta del mundo) empezará a menguar a partir de 2015, cuando población activa empiece a disminuir.
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