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Las FARC dejan libre al soldado Josué Calvo

La guerrilla colombiana tiene prevista otra liberación mañana

ANTONIO ALBIÑANA

Demacrado, apoyándose en un bastón y en compañía de un pájaro carpintero que ha sido su mascota durante el secuestro y que portaba en una caja de cartón, el soldado Josué Calvo, de 22 años, bajó ayer del helicóptero que lo devolvió a los suyos tras un año en poder de la guerrilla colombiana de las FARC.

En el aeropuerto de Villavicencio, Calvo, emocionado, abrazó a su padre y al resto de su familia entre los aplausos de los periodistas y de los miembros de Colombianos por la Paz, el movimiento que dirige la senadora Piedad Córdoba. El soldado, rodeado de sus allegados, explicó que la guerrilla lo había tratado bien.

La senadora Córdoba ha sido de nuevo la persona que ha mediado con los guerrilleros para conseguir esta liberación y la del segundo militar al que las FARC se han comprometido a entregar mañana: la de Pablo Emilio Moncayo, el secuestrado más antiguo del mundo, que lleva ya 12 años retenido en la selva.

Una liberación que, según dejó entrever Córdoba ayer, puede truncarse si el Gobierno incumple el acuerdo de no sobrevolar con aparatos militares la zona de la liberación, lo que, según la senadora, ya sucedió ayer. 'Esperamos que no haya este tipo de sobresaltos el martes, día de la liberación' de Moncayo, deseó.

A las nueve de la mañana, Córdoba, acompañada de la delegada de la Cruz Roja, Roberta Falconi, de un médico suizo y del obispo de Magangué, Leonardo Gómez, subió al helicóptero Super Cougar brasileño que debía recoger al primer rehén liberado.

Una vez en el aire, la senadora abrió un sobre y entregó al piloto las coordenadas del lugar de la entrega. Una copia sellada había quedado en poder del capitán del segundo helicóptero, que quedó en la pista en previsión de cualquier incidencia. Córdoba fue comunicándose con la guerrilla a través de Twitter.

Tras muchos tiras y aflojas desde que las FARC anunciaran su decisión hace más de un año, la operación ha estado a punto de naufragar varias veces. A mediados de 2009, el presidente Álvaro Uribe, anunció que no aceptaba más que la entrega simultánea y sin contrapartidas de todos los secuestrados. Luego, prohibió la intervención de Córdoba, la única mediadora aceptada por las FARC.

Al final todo se enderezó, para alivio de los familiares de Calvo y Moncayo, y también de los seres queridos del mayor Julián Ernesto Guevara, muerto en cautiverio hace cuatro años tras siete de secuestro, cuyos restos mortales se ha comprometido también a entregar la guerrilla.

Uribe aceptó la mediación de la Cruz Roja y, a regañadientes, la de Córdoba. El jueves, la senadora viajó a Brasil para regresar con dos grandes helicópteros cedidos por Lula y, presumiblemente, con las coordenadas del lugar de la liberación, que se ha mantenido en secreto.

Tras una orden de Uribe, el jefe del ejército, el general Fredy Padilla, ordenó el sábado a sus fuerzas suspender todas las operaciones en una zona de la selva, propuesta por la Cruz Roja a instancias de la guerrilla, entre el río Chiquito y el Gayabero, en la frontera entre las regiones del Caquetá y el Meta.

Allí recuperó la libertad Josué Calvo. Antes de marcharse, Córdoba entregó a los guerrilleros más de 20 cartas y vídeos de familiares de secuestrados con el ruego de que les sean entregados. Luego conversó unos minutos con los miembros de las FARC, antes de que estos se adentrasen en la selva, con la orden de que debía transcurrir una hora antes de que el helicóptero despegara.

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