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"Nos fiamos de la lista de Patrimonio"

P.C.

El anticuario australiano Simon Dewez echó mano de su inocencia e ignorancia nada más acudir la policía a su casa de Sidney en busca de uno de los mapas de Ptolomeo sustraido en la Biblioteca Nacional. "Lo he adquirido de buena fe a un marchante de EEUU que me lo vendió por Internet", clamó. Ahora bien, ¿cómo saben los vendedores que lo que venden es bueno y no procedente de un hurto?. "La clave de todo está en la lista que facilita la Dirección General de Patrimonio. Ahí están todos los objetos que son denunciados. Si, por ejemplo, llegara alguien con un objeto robado que está en la lista, lo denunciamos a la policía", afirman desde la casa de subastas madrileña La Galería, especializada en dibujos y acuarelas del siglo XIX.
Algunos anticuarios reconocen que no se suelen ver en casos como este, aunque "solemos tener la lista a mano para comprobar lo que nos llega", señalan en Antigüedades Barcelona. Otros se defienden afirmando que no compran a particulares, sino en las subastas. "Y nos fiamos de ellas", dicen desde la casa de antigüedades López Linares.
Sin embargo, las transacciones oscuras existen. Y el caso del robo de la Biblioteca Nacional es evidente. Desde Madrid, los documentos pasaron por Buenos Aires, Londres, Nueva York y finalmente Sidney. A veces la denuncia y la incorporación a la lista de Patrimonio puede llegar tarde.

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