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Una fórmula para capear la subida de la luz

ANTONIO M. VÉLEZ

A primeros de agosto, los consumidores tendrán en su buzón, negro sobre blanco, el incremento de su factura de la luz. Será el momento de echar cuentas (a partir de ahora, el recibo es mensual y no bimestral) y dilucidar si conviene cambiar de hábitos, puesto que el esquema de tarifas diseñado por el Ministerio de Industria penaliza a quienes más electricidad consuman.

Miguel Sebastián, titular del ministerio, ha avanzado esta semana que prevé impulsar el desarrollo de las empresas de servicios energéticos, que asesoran a compañías y consumidores para reducir su consumo. Será una de las medidas del plan de ahorro energético que prepara y que, de momento, es poco más que un anuncio. Su objetivo es reducir un 10% en dos años el consumo de petróleo, una meta que los expertos consideran, cuando menos, ambiciosa. Estará presentado “antes de las vacaciones”, ha dicho Sebastián.

Aunque las medidas de apoyo a las consultoras energéticas están por definir, parece que se centrarán en el ámbito normativo, financiero y de formación. El objetivo es que los particulares y las pymes ahorren luz. Ambos colectivos representan el 50% del consumo de electricidad.

“Margen de sobra”

Con una demanda por habitante superior a la de otros países de su entorno (ver gráfico), en España “hay margen de sobra” para recortar el consumo de electricidad de los hogares, según Juan Antonio Alonso, director de ahorro y eficiencia del Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE). Este organismo adscrito a Industria está colaborando estrechamente con el ministerio para tener a punto el plan.

Una de las trabas que se va a encontrar el consumidor al decidir si contrata una auditoría energética es su alto precio. Para una vivienda unifamiliar, ronda los 1.000-1.500 euros. La vieja ley de las economías de escala (a más producción, menor coste) hace que estos estudios sean mucho más rentables para un bloque de viviendas u oficinas.

Cuantas más viviendas, mejor: para una comunidad de cien vecinos, el desembolso ronda los 3.000 euros (a unos 30 euros por vivienda). Todo depende de hasta dónde quiera llegar el cliente. Lo normal es efectuar un diagnóstico de los consumos energéticos y térmicos y las pérdidas de energía. Los datos se vuelcan en un programa informático que elabora las propuestas de ahorro.

“Con muy pocas medidas, se puede lograr entre un 30% y un 50% de ahorro”, dice Samuel Casado, Jefe del Área de Eficiencia de Geyca, una consultora energética. Pero el bolsillo manda: al final, el ahorro ronda el 15%-20%, con periodos de retorno (tiempo que se tarda en recuperar lo invertido) de unos cinco años. En el sector es habitual pagar el servicio con el descuento logrado mes a mes en la factura.

Muy extendidas en Estados Unidos, este tipo de empresas, al menos las que se dedican de forma exclusiva (también ofrecen ese servicio grandes consultoras e, incluso, las eléctricas), son escasas en España. “No más de treinta”, dice Casado.

Geyca, con sede en Valladolid y una plantilla de ocho empleados, se dedica a esta actividad desde 1999. “Era como predicar en el desierto”, dice Casado, que asegura que hasta hace dos años, la demanda era escasa. Geyca, que también opera (de forma testimonial) en el negocio de las huertas solares, factura 250.000 euros y en el último año triplicó sus ventas.

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