Este artículo se publicó hace 15 años.
Fortes recrea la apasionante vida de Robert Capa y Gerda Taro en una novela
Robert Capa y Gerda Taro se conocieron en París en los años treinta, cuando ambos huían de sus respectivos países por ser judíos. Pero fue en la Guerra Civil española donde alcanzaron la fama como fotógrafos y lucharon con sus cámaras a favor de la República, como recrea ahora Susana Fortes en "Esperando a Robert Capa".
"Capa acuñó un cliché del corresponsal de guerra y, junto con Gerda, creó un modelo de reportero que luego han seguido muchos profesionales", afirmaba hoy en una entrevista con Efe Susana Fortes (Pontevedra, 1959) con motivo de la publicación de esta novela, que mereció el pasado 15 de mayo el Premio Fernando Lara, dotado con 120.200 euros.
"Mitómana y entusiasta de la fotografía", Fortes sabía desde hacía tiempo que en la increíble vida de Capa y Gerda había una novela, pero fue el hallazgo en México, en enero de 2008, de unas cajas con más de 3.000 fotografías inéditas de ambos reporteros y de David Seymour, "Chim", lo que constituyó "el chispazo" para escribirla.
"Una de esas fotografías refleja a Gerda Taro en una cama estrecha de un hotel, muy joven y dormida con el pijama de Robert Capa. Es una mujer pequeña, rubia y de pelo corto", comenta Fortes, quien, "impresionada" por esa imagen, empezó a indagar quién era esa mujer que murió en España, en la batalla de Brunete, y cuál fue su relación con Capa, "uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX".
Publicada por Planeta, "Esperando a Robert Capa" es claramente una novela, "pero los acontecimientos, datos y nombres que aparecen en ella están muy documentados", asegura esta escritora afincada en Valencia desde hace años.
Perteneciente a una familia judía alemana, Gerda Taro se llamaba en realidad Gerta Pohorylle, y en 1935 llegó a París huyendo del nazismo. "Era una refugiada más de los 25.000 que llegaron a la capital francesa ese año".
Allí conoció al fotógrafo André Friedmann, un atractivo joven húngaro que a Gerta le pareció "un poco engreído, ambicioso, guapo, demasiado previsible a veces, seductor y algo vulgar".
Se enamoraron perdidamente, y como André se quejaba de que no conseguía que su nombre apareciera en los reportajes -"no soy nadie, sólo un fantasma con una cámara", decía-, Gerta, "muy lista y un lince para las cuentas", se convirtió en su "manager" y, mientras le buscaba contratos, fue aprendiendo el arte de la fotografía.
Pasado el tiempo, Gerta se inventó un nombre y un personaje para André, que, a partir de entonces, pasó a ser Robert Capa, un fotógrafo americano, rico y con talento. Y ella se puso Gerda Taro, "un nombre que podía ser de cualquier parte, todo menos judío".
El estallido de la Guerra Civil les pilló a los dos en París, que, por aquel entonces, "era una fiesta". Cada día "se firmaba un manifiesto" por causas diferentes y eran los tiempos en que podías coincidir con Man Ray, James Joyce, Henri Cartier-Bresson, André Breton, Picasso y Dora Maar, Matisse, Buñuel, Hemingway ...
"España se convirtió en el ojo abierto del gran torbellino del mundo. Hasta los surrealistas abrazaron la causa republicana", escribe en su novela la autora de "El amante albanés", finalista del Premio Planeta, o de "El azar de Laura Ulloa", Premio de la Crítica de la Comunidad Valenciana.
A Capa y a Gerda Taro les gustaba "estar en el centro de los acontecimientos", no rehuían el peligro, y decidieron irse a Barcelona, primero, y luego a Madrid y Córdoba. "Siempre en primera línea de fuego".
En Córdoba le esperaba a Capa la fotografía de su vida, la de "Muerte de un miliciano", que muestra a un soldado español fotografiado en el momento en el que un proyectil le atravesaba la cabeza y caía abatido en el frente.
Susana Fortes ha estudiado "a fondo" esa imagen, que se convirtió "en un símbolo" y que Capa "odiaba y no quería hablar de ella. Todos los periodistas de guerra tienen su foto maldita y ésa fue la de Capa", afirma.
Fortes sí cree que "hubo una puesta en escena" por parte de Capa para esa imagen, y que lo que empezó "como un juego" de milicianos corriendo por una ladera, acabó en tragedia, ya que los franquistas les dispararon desde otra ladera próxima.
Gerda Taro murió en la batalla de Brunete el 25 de julio del 37. Capa "nunca se recuperó de la muerte de Gerda, que fue el gran amor de su vida", subraya Fortes.
El fotógrafo murió a los 43 años en Indochina, tras haber pisado una mina.
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