Este artículo se publicó hace 11 años.
El fracaso escolar se ceba con el alumnado gitano
Aunque su nivel educativo ha mejorado, los recortes amenazan con ahondar la brecha: un 64% no logra obtener el título de ESO, frente al 13% del conjunto de estudiantes
Alba tiene quince años y Antonio, uno más. A esa edad, muchos compañeros emprenden una estampida, aunque ellos se niegan a dejar las aulas. "Mis amigas prefieren casarse y tener hijos, pero yo no pretendo quedarme embarazada sino labrarme un futuro", afirma esta adolescente madrileña. Cada mañana acude al IES Primero de Mayo, ubicado en el sur obrero y vallecano del barrio de Entrevías, donde cursa 3º de ESO. "Soy la única gitana del Instituto que quiere estudiar". No hay otra en su clase. En el centro tampoco son muchos más, y la razón es sencilla: el 64% no concluye la formación obligatoria, frente al 13% del alumnado general. En cuanto cumplen 16, hayan terminado o no, desertan.
"Conozco a gente que lo ha dejado en 1º o 2º para ayudar a sus padres o para hacer un PCPI, que le permite sacarse el graduado y adquirir un aprendizaje práctico", explica Antonio, alumno de último curso de ESO en el IES Madrid Sur de Palomeras, en el distrito de Puente de Vallecas. "Intento animarlos, pero muchos plantan", añade. Es el único gitano de su grupo, compuesto por una quincena de chavales, todos de diversificación curricular, que les brinda unos contenidos adaptados a sus características y necesidades. Luego, por las tardes, acude a Promociona, una iniciativa impulsada por la Fundación Secretariado Gitano (FSG). "Si no llega a ser por este programa, no me hubiese ido tan bien", reconoce Alba, cuyo reto profesional pasa por convertirse algún día en policía nacional.
Estas clases de apoyo y refuerzo demuestran que es posible sellar una brecha que parecía insalvable. De hecho, el 73% de los escolares de 4º de ESO que las recibieron logró terminar la educación obligatoria el pasado curso y el 96% sigue estudiando, según el informe El alumnado gitano en Secundaria, elaborado por la FSG. "Queda mucho por hacer, pero ellos también pueden conseguirlo si ponemos a su disposición los recursos adecuados", asegura Mónica Chamorro, directora del Departamento de Educación. Para que sea así, la administración debe invertir en la materia y garantizar una atención tanto especial como individual. "Los programas del Ministerio y las autonomías corren un serio peligro", añade. "Y, si bien todo el alumnado se ve perjudicado, los recortes se están cebando con los colectivos que sufren desigualdades".
Siete de cada diez escolares que asistieron a clases de apoyo en el último curso terminaron ESOFinanciado por el Fondo Social Europeo y las administraciones españolas, Promociona asistió el pasado año a 1.182 chicos en 353 centros, con resultados notables. Lleva un lustro presente en 40 ciudades, donde además trabaja con las familias. "Éstas también tienen que asumir su responsabilidad, extensible a las instituciones, que deben implementar medidas para que todos acaben la educación obligatoria. No supone una meta demasiado alta ni asegura un empleo; aun así, conseguir el título no es tan fácil", matiza.
Sólo el 26% de los gitanos de 14 años está matriculado en el curso que le corresponde por edad, frente al 68% del conjunto del alumnado. El estudio de la Fundación, elaborado a partir de 1.600 entrevistas, no se muestra más benévolo con los adultos: seis de cada diez chavales entre 18 y 24 dejaron de formarse antes de haber completado la educación secundaria no obligatoria. Esa elevada tasa de abandono escolar temprano obedece, según los encuestados, a que están cansados o no les gustan los estudios (30%) y a motivos familiares (29%). Entre ellos, ayudar en casa o contraer matrimonio, más frecuente en ellas (42%) que en ellos (15%), cuya causa principal de renuncia reside en la búsqueda de trabajo (21%).
"Dicen que los gitanos no estudian, pero si nosotros abrimos camino se animará cada vez más gente", cree Antonio, quien el próximo curso se matriculará en un ciclo formativo de grado medio de Informática. En realidad, su índice de escolarización hasta los 14 años es el habitual, pero se reduce al 20% con la mayoría de edad, lejos del 71% del conjunto de los jóvenes. Además, abundan los que no estudian ni trabajan (43% frente al 12%, una diferencia que se reduce diez puntos entre los 20 y los 24 años) y la esperanza de vida escolar resulta más corta, hasta el punto de que, a los 17, siete de cada diez han dejado alguna vez atrás las aulas. Alba y Antonio, pese a ser un ejemplo para los suyos, también han tropezado: ella repitió 6º de Primaria y él, 3º de ESO. "Fue un salto muy grande y lo veía todo más difícil", reconoce este alumno del IES Madrid Sur. Algo común, aunque el curso fatídico es 2º de Secundaria, como corrobora el informe y la propia Chamorro: "Ahí comienzan a descolgarse debido a que a los 16 finaliza la enseñanza obligatoria".
Hay otros motivos: el menor nivel de formación de los padres acarrea un mayor abandono, la pobreza dinamita el estudio, los progenitores sin títulos merman las expectativas de sus hijos y el entorno afecta a la trayectoria de los chicos, menos estimulados si el índice socioeconómico y cultural es bajo. "Por ello, la ratio de alumnos por clase debe ser inferior, pero los profesores tienen que seguir siendo los mismos. Porque si no se cubren las plazas necesarias, la educación se deteriora y la calidad de la atención a la juventud que más lo necesita se ve gravemente afectada", argumenta la portavoz de la Fundación Secretariado Gitano, crítica con unos recortes que amenazan con ahondar todavía más la brecha.
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