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Francia abre las puertas de sus viejas fábricas nucleares a la prensa

EFE

Francia se ha convertido en el primer país del mundo en abrir a la prensa las puertas de sus antiguas fábricas de armamento nuclear, concretamente las de Pierrelatte y Marcoule, al sur del país.

Las plantas de Pierrelatte y Marcoule, a pocos kilómetros de Avignon, están inmersas de manera "irreversible" en un proceso de desmantelación, según pudieron comprobar los medios de comunicación, incluida la Agencia Efe, invitados por las autoridades galas al lugar.

Ese proceso está previsto que termine en 2035, fecha en la que deberán haberse enterrado en un cementerio nuclear geológico, cuya construcción se iniciará en 2020, los desechos que hoy aguardan inservibles en las plantas.

Eso significa que las existencias nucleares producidas hasta el momento son suficientes para dar cobertura al armamento desplegado por Francia, que no renuncia a seguir siendo una potencia nuclear, y que el desmantelamiento es un hecho real, en un proceso cuya inversión cifra el Gobierno en unos 1.100 millones de euros (1.528 millones de dólares).

Se ha desmantelado ya, por ejemplo, el G2, un enorme reactor de 34 metros de largo y 20 de diámetro en el que, gracias a una estructura interior de grafito protegida por una envoltura de 3 metros de cemento, se enriquecía el uranio que después se ensayaba en forma de arma de destrucción masiva en el célebre Atolón de Mururoa, en la Polinesia francesa.

Ahora, tal y como han podido comprobar los periodistas, ese reactor es un enorme cilindro de cemento recubierto de tubos negros que espera en un gran hangar a que se termine de destruir y de enterrar, trabajo del que se encarga el gigante nuclear galo Areva.

Junto al G2, se están desmantelando el G1 y el G3, además de otras instalaciones que servían para enriquecer plutonio, elemento que, a diferencia del uranio, no tiene aplicación energética civil, fin que se le pretende dar a algunas de los antiguos equipos militares.

"Es como la diferencia entre un cuchillo de cocina y una bayoneta, parecen iguales pero sirven para cosas muy diferentes", explicó a la prensa François Bugaut, encargado de gestión nuclear del Comisariado de la Energía Atómica, comparando el uso civil y militar de la energía atómica.

En plena mudanza de las cerca de 40.000 toneladas de deshechos nucleares al subsuelo terrestre, lo que ha podido ver la prensa en ambas centrales, -que también fueron visitadas por embajadores de países firmantes de la Convención de Ginebra y expertos no gubernamentales-, se parece mucho a un viejo polígono industrial, con elevadas medidas de seguridad.

Equipados con cascos, batas, máscaras y cubrebotas, los periodistas han paseado por un cementerio atómico en el que otrora se fabricaban las cabezas nucleares que debían servir para aterrar a los enemigos de la República.

Ahora, el Gobierno francés juzga que 300 ojivas nucleares son suficientemente disuasorias.

Esas 300 cabezas para la fuerza oceánica y aerotransportada, la mitad que en la Guerra Fría, son las que el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, fijó como límite del arsenal nuclear francés para mantener la seguridad nacional.

Así lo dijo a sus compatriotas y al mundo entero en un discurso pronunciado en la base naval de Cherbourg, al noroeste del país, en marzo de 2008.

Se trata de una reducción importante pero sigue siendo "mucho", según explicaron a Efe fuentes oficiales acreditadas, que no precisaron más detalles de la capacidad destructiva de ese armamento argumentando que es información reservada.

El camino hacia una Francia menos atómica militarmente, aunque sin perder su capacidad disuasoria nuclear, debutó en 1996, cuando se anunció que, el único país europeo junto con el Reino Unido con ese tipo de armamento, no produciría más material de ese tipo y comenzó a desmantelar sus fábricas.

París consiguió luego, bajo la presidencia francesa de turno de la Unión Europea (UE), que el conjunto de los socios comunitarios acordase solicitar la apertura "sin demora y sin precondiciones de la negociación de un tratado de 'cut off'", es decir, de bloqueo de las plantas dedicadas a la producción de armamento radiactivo.

El siguiente paso de este proceso será en 2010, fecha fijada para examinar de nuevo el Tratado de No proliferación.

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