Este artículo se publicó hace 15 años.
El fraude de la retirada de Afganistán
Cuando el presidente Zapatero visitó la Casa Blanca el incremento de tropas ya estaba encima de la mesa
El presidente norteamericano, Barack Obama, recibirá mañana en Oslo el premio Nobel de la Paz 2009. Tan sólo nueve días después de haber anunciado, el pasado 1 de diciembre, en la academia militar de West Point, un aumento de más de 30.000 soldados en Afganistán, lo que elevará el total de tropas norteamericanas a una cifra superior a los 100.000 en los primeros meses de 2010. A pesar de ello, su discurso pasará a la historia por haber proclamado, al mismo tiempo, que la retirada comenzaría en julio de 2011.
La petición de un incremento de tropas por parte del comandante norteamericano al mando de las tropas de la OTAN en Afganistán, el general Stanley McChrystal, venía siendo objeto de comentarios desde el verano de 2009, aunque no existía un nuevo plan formal. El comité del premio Nobel resolvió a primeros de octubre pasado entregar uno de sus más importantes galardones, el de la Paz, a Obama, cuando el presidente estudiaba justo, en ese preciso momento, el informe del general McChrystal. Según el documento, el incremento de soldados no certificaba una victoria en esta guerra; pero sostenía que mantener la situación actual era apostar por el fracaso seguro de la misión.
Obama no podía acudir a Oslo con una escalada de la guerra
El inesperado premio Nobel precedió en unos días la visita que el 13 de octubre realizó el presidente José Luis Rodríguez Zapatero a la Casa Blanca, después haber sido persona non grata durante la Administración Bush. En aquellos días, el incremento de tropas ya estaba sobre la mesa. Pero la respuesta de Obama sobre el plan McChrystal se retrasó. Y, finalmente, logró a través de una hábil estrategia de comunicación que el mensaje central no fuera el aumento de tropas sino la retirada.
Con todo, inmediatamente después del discurso ha quedado en evidencia que el presidente Obama tuvo más en cuenta para su estrategia mediática y política la ceremonia de entrega del premio Nobel que el plan militar real. Durante los 9 días siguientes a su anunciada retirada, los principales jefes militares norteamericanos así como la secretaria de Estado, Hillary Clinton y el secretario de Defensa, Robert Gates, han desmentido que exista un calendario para retirar a las tropas de Afganistán.
La verdad es que en su discurso de West Point, Obama es poco explícito sobre el calendario. Menciona en dos ocasiones la retirada. La primera, cuando explica que "después de 18 meses, nuestras tropas comenzarán a regresar a casa. Estos son los recursos [los 30.000 soldados adicionales] que necesitamos para tomar la iniciativa". Y en la segunda señala que las tropas adicionales, tanto de EEUU como de los aliados internacionales, "nos permitirán descargar la responsabilidad a las fuerzas afganas y comenzar a transferir nuestras fuerzas fuera de Afganistán en julio de 2011".
La posibilidad de una retirada no es más que una táctica de comunicación
Pero ha sido el pasado fin de semana cuando los más importantes colaboradores de Obama lo dejaron claro. Hillary Clinton declaró que el plan "no supone una estrategia de salida", mientras que Robert Gates aseguró que "tendremos 100.000 tropas allí y no van a irse. Sólo algún puñado o pequeño número, o lo que las condiciones permitan, comenzarán a ser retirados entonces". El asesor de Seguridad Nacional del presidente Obama, el general James Jones, también se pronunció: "Ciertamente, el presidente también dijo que no nos vamos de Afganistán".
Y de todos estas "precisiones", quizá la más relevante corresponda al responsable de la Junta de Jefes de Estado Mayor, almirante Michael Mullen, quien el pasado lunes, explicó a los primeros marines que partirán hacia Afganistán, antes de finales de mes, cuál es la estrategia: "Obama no ha dicho que nos marchamos. Quiero enfatizar que no hay un plazo límite, ninguna cantidad de tropas para salir en 2011, y no hay fecha de retirada o cualquier cosa por el estilo".
Por tanto, la estrategia de retirada es, en gran parte, una táctica de comunicación que ha tenido como referencia el hecho de que Obama no podía acudir a Oslo con una escalada de la guerra, al estilo de la de los presidente Johnson y Nixon en Vietnam, en los años sesenta y setenta. Ello sería admitir la existencia de un fraude del premio, dejando al descubierto a sus promotores y a su destinatario.
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