Este artículo se publicó hace 15 años.
El fruto del egoísmo
Los cuatro estudiantes tuercen el gesto cuando se habla de los países más desfavorecidos. Lo consideran un problema "muy complejo" fruto del egoísmo de los más ricos. La solución, de nuevo, es difícil, pero por proponer ideas que no quede.
El peor problema que hay. Ni paro, ni vivienda, ni nada. Alfonso cree que las desigualdades sociales son la lacra más importante, un tema que "habría que abarcar muy detenidamente". Este chico señala un culpable, el mundo capitalista que, a su juicio, se "lava la conciencia". Considera que los países en guerra son "oportunidades" de negocio para la reconstrucción. Y reclama un comité que se "ponga con el asunto cuanto antes".
Un solución práctica, en forma de 10 euros al mes por cada habitante de un país desarrollado, es la propuesta de Mª Teresa que, no obstante, reconoce que se trata de un problema "muy complejo".
Rebeca no es de las que echan balones fuera al abordar el problema de las desigualdades sociales. Dos características del ser humano, "mucho egoísmo y demasiado materialismo", son las responsables de la situación. Cuestiona que la ayuda de las ONGs, "la única forma en que la gente cree que se puede ayudar", llegue a los que la necesitan. Para Rebeca, la solución empieza por uno mismo. "Cada uno ha de colaborar en lo que pueda".
Álvaro apunta a un asunto que considera clave en este tema. "No se debe vender armas a estos países. Es un pozo sin fondo de dinero y son para matar". Y acusa a las empresas: " Te suben el precio de la ropa y a ellos les sale cuatro veces más barata, porque la fabrican en África".
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