Este artículo se publicó hace 12 años.
El fuego devora la crítica de los monumentos y cierra las fiestas de Alicante
El fuego ha devorado esta noche cerca de 1,7 millones de euros en Alicante al reducir a cenizas los 184 monumentos de cartón y madera que estos días han adornado las calles y plazas de la ciudad, en el marco de las fiestas de las Hogueras de San Juan.
La "cremà" de estas arquitecturas técnicas y artísticas, algunas de más de 20 metros de altura, ha puesto fin a unos festejos que este año han estado marcados por la crisis y la reducción de presupuesto en todas sus partidas, incluidas tanto las de los propios monumentos como de iluminación, desfiles y música.
El fuego, que levanta el telón del periodo estival en la capital alicantina, comenzó a medianoche en la hoguera oficial, plantada en la plaza consistorial y obra de los hermanos Gómez Fonseca.
Precisamente hoy, día triste para cualquier constructor de estos monumentos al consumirse el trabajo de todo un año, los hermanos Gómez Fonseca han perdido a su padre, Mauricio Gómez Martínez, quien ha fallecido a los 80 años de edad tras una larga enfermedad.
De hecho, la corporación local colocó esta tarde un crespón negro en una de las figuras de la hoguera oficial en señal de duelo.
Las primeras llamas han estado precedidas por el lanzamiento de una "majestuosa" palmera de fuegos artificiales desde uno de los torreones del castillo de Santa Bárbara, que domina la ciudad y la bahía de Alicante.
Cientos de fogones blancos han caído desde el cielo. Es lo que se conoce en esta ciudad como el "llorar" de la palmera por la "tristeza" que genera el final de las fiestas.
La primera hoguera en arder ha sido la del ayuntamiento, titulada "Esplendor", bajo la mirada atenta de la alcaldesa, Sonia Castedo, el vicepresidente del Consell José Císcar y la dama de las fiestas, la "bellea del foc", Elena García, quien no ha podido evitar llorar al ver cómo el fuego consumía el monumento.
La fuerza calorífica ha sido tan intensa -las llamas han superado los 30 metros de altura- que las decenas de personas que contemplaban la "cremà" en los balcones más próximos han tenido que refugiarse en el interior de las casas.
El resplandor y el calor de las llamas se ha extendido a los monumentos plantados en el centro de la ciudad para posteriormente extenderse a todos los barrios, pues hasta el más pequeño o humilde tiene entre sus rincones algunos de estos catafalcos artísticos.
Para garantizar la seguridad un total de 625 miembros de los cuerpos de seguridad velan desde esta medianoche por el correcto desarrollo de la "cremà".
Se calcula que un millón de personas han acudido a Alicante durante los últimos días para disfrutar de estas fiestas, en las que no se han registrado incidencias destacables.
Junto con la quema de los monumentos se repite invariablemente en todos los rincones la popular "banyà", pues los bomberos responden con agua las peticiones del público de "refrescarse" para sofocar el intenso calor que desprenden los catafalcos en combustión.
A partir de aquí, los bomberos se han repartido en grupos para calcinar los monumentos de la ciudad, que este año han elegido en su mayoría críticas y reflexiones en torno a la situación económica y el paro, sin olvidar a los políticos locales y otros nacionales.
Este año parece que ha acudido a la "cremà" más público que otras veces, quizá debido a que mañana es fiesta local, si bien no hay incidentes destacados (hasta la una de la madrugada).
La noche será larga para los bomberos, que esperan dar por sofocadas las 184 hogueras antes de las cuatro y media de la mañana.
A partir de entonces, la ciudad tratará de recobrar la normalidad lo antes posible después de cinco días con abundancia de decibelios procedentes de los racós y barracas hasta altas horas de la madrugada, y con incómodos atascos para los conductores por los cortes de calles en el centro de la ciudad.
Alberto Santacruz
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