Este artículo se publicó hace 15 años.
"Si todo funciona, es el final"
Miquel Barceló. Artista plástico
Miquel Barceló está sentado delante de sus libros favoritos, que ha querido exponer también al público. En la pared, el vídeo de su performance Paso Doble, que observa como si verse en estado creativo le condujera a nuevas sensaciones.
¿Hasta cuándo montará Paso Doble?
Me lo paso bien pintando, es una forma de experimentar, de hacer cosas distintas con la arcilla cada día. Por eso lo continúo haciendo, porque es una cosa viva. Lo voy a llevar también a África.
¿A Malí?
Sí, a Dogón. Isaki Lacuesta hará una película de esta representación. Será en invierno.
¿No se siente usted mismo a veces como el mar, como las olas que esculpen su fondo?
Sí, puede ser. El mar lo tapa todo...
¿Usted qué quiere tapar?
Yo pinto el lienzo de blanco. Es un hacer y deshacer, un pintar y despintar, un crear y destruir. Son gestos opuestos. Sí, es un buen resumen de mi trabajo.
Dice que pinta en un estado de angustia, como si fuera una huida hacia adelante, pero en esta exposición hay cuadros muy luminosos.
No me parece necesario que la angustias sean evidentes. A mí me da igual el resultado. Lo que me importa es pintarlo.
¿Sin un mundo de angustias, existiría el arte?
En Dogón, donde vivo en África, siempre hay algo en desequilibrio. Por ejemplo, un libro mal puesto en una mesa, a punto de caer. Yo al principio pensaba que era una cosa un poco viciosa, buscar siempre lo que no funciona. Luego me di cuenta de que era una gran sabiduría. Cuando todo está perfecto, es la muerte. Que todo está en equilibrio les da pánico: buscan algo que arreglar, eso es vida. Si todo funciona, es el final. Tardé mucho en descubrirlo.
Después de todos estos años, ¿África sigue aportándole cosas?
Sí. Hay que estar allí e ir buscando sus secretos.
Hoy inaugura la exposición, ¿pero tiene ya la mente en otros proyectos?
Sí, voy a irme dos meses al Himalaya. Con un yogui que la conoce muy bien. Iré como hago a menudo: con lo esencial en la mochila. Es un viaje muy básico. Llevo un cuaderno y pinturas, y también libros de la colección de la Pléiade, que están hechos con papel biblia y son muy densos. Pensaba llevar mis lecturas en un e-book, pero creo que prefiero tocarlos, los libros son como un refugio, una cosa muy física.
¿Por qué ha elegido el Himalaya?
Es nuevo para mí. Y me gusta mucho su cultura. He leído los libros de Peter Matthiessen y el de Alexandra David-Neel. Me hacen pensar mucho en Dogón, mi refugio de África.
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