Este artículo se publicó hace 14 años.
El fundador de Wikileaks defiende la fiabilidad de los informes sobre Afganistán
El fundador de Wikileaks, Julian Assange, defendió hoy la fiabilidad de los miles de documentos militares publicados en su página web, que revelan importantes datos sobre la guerra en Afganistán y el comportamiento de las tropas aliadas.
"No tenemos ninguna razón para dudar de la fiabilidad de estos documentos", manifestó Assange en una conferencia de prensa en Londres para hablar sobre la filtración de 90.000 documentos estadounidenses, que ofrecen una nueva visión sobre las operaciones en Afganistán entre enero de 2004 y diciembre de 2009.
Los documentos revelan nuevos detalles sobre muertes de civiles, la existencia de fuerzas secretas especiales dedicadas a "cazar" a dirigentes insurgentes y la preocupación de que los servicios paquistaníes de inteligencia podían estar ayudando a los talibanes.
"Nunca hemos publicado información que no estuviera contrastada o revisada", dijo Assange, quien consideró que los comunicados de condena de los Gobiernos de EEUU y el Reino Unido por la publicación de estos documentos son la mejor prueba de su veracidad.
Assange, que fundó Wikileaks hace tres años, dijo que estas revelaciones "determinarán la manera en la que entendemos como han sido estos últimos años de guerra y cómo se tiene que cambiar la manera en la que se afronta" el conflicto.
El fundador de Wikileaks reconoció que los informes difundidos no tienen la consideración de "alto secreto", ya que provienen de unidades regulares del ejército estadounidense.
"Esa no es la auténtica historia de este material. El auténtico material es que la guerra es una cosa maldita detrás de otra. Lo importante son los continuos pequeños eventos, la continua muerte de niños, de insurgentes y de fuerzas aliadas", argumentó.
Assange hizo hincapié en la operaciones de la llamada Task Force 373, un "escuadrón de la muerte" de las fuerzas especiales estadounidenses, encargado de asesinar a una serie de personas incluidas un una lista cuya configuración era arbitraria.
"Mataron al menos a siete niños y a otros inocentes", denunció Assange, quien señaló también que algunas personas eran incluidas en esa lista "por recomendación de Gobiernos locales u otras autoridades con pocas pruebas y sin supervisión judicial".
Tras las advertencias de responsables políticos y militares de Londres de que la filtración puede poner en peligro a las tropas británicas en Afganistán, el responsable de Wikileaks manifestó que "por lo que sabemos nadie ha sido dañado por lo que publicamos".
"Hemos intentado asegurarnos que este material no ponga a nadie en peligro. Todo el material tiene más de siete meses, por lo que no puede tener consecuencias operacionales, aunque pueda tener consecuencias en el terreno de la investigación", dijo.
Otro punto interesante de las filtraciones, en opinión de Assange, es constatar que tras la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca hubo un énfasis en reducir el número de bajas civiles, sobre todo a consecuencia de los ataques aéreos, pero que esta política no ha tenido efecto por una política de silencio desde la base.
"Lo que vemos es que es muy difícil cambiar las cosas en el ejército estadounidense. La cobertura de los crímenes comienza en los niveles más bajos y sigue hasta los niveles más alto, y es muy difícil aplicar una política que filtre hacia abajo", afirmó.
Este australiano de 39 años recordó que el Gobierno de su país rechazó una petición de Washington para que hiciera un seguimiento de sus actividades al frente de Wikileaks, pero aseguró que ni él ni sus colaboradores se siente amenazados en Occidente.
Assange insistió en que esta es "una historia periodística" y que seguirá colaborando con tres publicaciones -"The Guardian", "The New York Times" y "Der Spiegel"- para difundir todos los documentos.
Hasta ahora se han publicado 75.000 de los 90.000 y el fundador de Wikileaks indicó que los otros 15.000 saldrán también a la luz "cuando la situación de seguridad en Afganistán lo permita".
También pidió asumir esta información con "cautela" y "sentido común", ya que "aunque no hay duda de la autenticidad de los informes, esto no quiere decir que sus contenidos sean verdad".
En este sentido, aseguró que la tendencia es que cuando las unidades militares estadounidenses informan de sus actividades "redefinen las bajas civiles como bajas insurgentes".
"No obstante, cuando informan sobre otras unidades estadounidenses o de otras nacionalidades, como polacas o británicas, suelen ser más francos, dicen más la verdad", señaló. "Hay que ejercer cierto sentido común, lo que no quiere decir que haya que cerrar los ojos", dijo.
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