Este artículo se publicó hace 15 años.
El funeral del Nuevo Laborismo
El Congreso de primavera del Partido Conservador británico ya celebra su futura victoria electoral
"El Nuevo Laborismo ha muerto", celebró ayer George Osborne, responsable de Finanzas en el Partido Conservador británico. "El funeral es privado. No traigan flores", añadió entre los aplausos de unos 2.000 delegados que asistieron al Congreso tory de primavera, en el hipódromo de Cheltenham, al noroeste de Inglaterra. La subida de impuestos a los millonarios, anunciada la semana pasada por el Gobierno de Gordon Brown, que eleva la tasa diez puntos hasta el 50%, supone el golpe final al neolaborismo de Tony Blair a ojos de la oposición política y los medios británicos.
En palabras del líder conservador, David Cameron, representa "un patético simulacro de guerra clasista, el más cínico truco de los Presupuestos". La medida se aplicará el abril de 2010, dos meses antes de que expire el plazo para convocar unas elecciones que los laboristas perderán, según los sondeos de opinión.
El líder tory arremete contra el despilfarro de los gobiernos laboristasEs la primera vez que el New Labour castiga fiscalmente a los ricos y, de paso, pone la zancadilla a los conservadores, el partido por tradición de la baja fiscalidad. "La élite profesional y los grandes cerebros van a emigrar. Eso no es bueno para el país. Debemos abolir la nueva tasa sobre los ricos", señalaba, en Cheltenham, Barbara Rumsey, pensionista con carné tory. Pero Cameron no tiene prisa por reducir el impuesto sobre los ricos, arriesgándose a quebrar la unidad y disciplina de partido que construye con éxito desde su elección al liderazgo, en 2005.
La labia del alcaldeBoris Johnson, alcalde de Londres, es el cargo electo con más poder en los conservadores. Con un impecable don de gentes e ingeniosa labia, rivaliza en popularidad con su líder y viejo colega de estudios en el internado de Eton y la universidad de Oxford. Probablemente aspira a tomar las riendas del partido, aunque, en sus intervenciones, siempre limita su objetivo político a la alcaldía de la capital británica.
La oposición quiere rentabilizar el alza de los impuestos a los millonariosJohnson fue la estrella de la primera jornada del congreso, y disparó varios cartuchos en la polémica sobre fiscalidad y gasto público: "Aplicando el viejo y buen principio conservador, hemos congelado nuestro porcentaje en el impuesto municipal. Yo no subiré impuestos en Londres", prometió.
A un año de las elecciones generales, el debate ha sufrido un vuelco vertiginoso. La profundidad de la crisis ha introducido en la agenda la doble cuestión de recorte del gasto público y aumento de la fiscalidad por primera vez en más de una década. El neolaborismo se estrenó en 1997 con un credo, similar al de Margaret Thatcher, de baja fiscalidad y recorte del papel del Estado. El partido había aprendido la lección de 1992, cuando noticias de última hora de una subida de impuestos para combatir la recesión y la devaluación de la libra hicieron que Neil Kinnock perdiera unas elecciones que se daban por ganadas.
Ya en el poder, Blair invirtió en los entonces ineficientes servicios públicos Sanidad y Educación, principalmente y logró dotar de un aura de tabú a la palabra "recorte". Desde entonces, ningún partido se atreve a hacer campaña bajo el lema de reducción de la inversión pública.
Cameron no habla de recortar el gasto público, sólo de austeridadCameron se había comprometido, hasta hace unas semanas, a mantener el nivel del gasto público de los laboristas en el primer año de un Gobierno conservador. La precariedad de las finanzas estatales le hizo retroceder en la promesa. Pero la palabra "recorte" no ha perdido su toxicidad en la política británica y el líder tory y aspirante a primer ministro habló de "ahorro y control". En la "era de la austeridad", dijo, un Gobierno conservador acabará con el "despilfarro" de las administraciones laboristas y premiará a diputados y funcionarios "que hagan más con menos" recursos.
"¿Por qué los periodistas no preguntaron a los gobiernos laboristas si el Reino Unido podía permitirse gastar tanto dinero?", preguntaba ayer Alan Duncan, portavoz tory en la Cámara de los Comunes. "Han dejado las finanzas en tan desastroso estado que llevará años repararlas. La realidad es que el proyecto neolaborista está muerto".
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