Este artículo se publicó hace 15 años.
El G-20 frena la euforia sobre el fin de la recesión
Los ministros de Finanzas acuerdan mantener los planes de estímulo hasta que no se consolide la recuperación. No imponen límites concretos a los ‘bonus'
El G-20 no se ha dejado arrastrar por la fuerza de las estadísticas. Los ministros de Finanzas concluyeron ayer su reunión de Londres con un mensaje de cautela y realismo. Aunque algunos países hayan abandonado técnicamente la recesión, aún no ha llegado el momento de abandonar la intervención excepcional del Estado en la economía.
Como los políticos están obligados a sostener que sus medidas están siendo útiles, quien más claro lo dijo fue uno que no se presentará a las próximas elecciones. El director del FMI, Dominique Strauss-Kahnn, admitió que el desempleo aún aumentará en la mayoría de los países, "quizá hasta dentro de un año".
"Pensemos en un trabajador que perderá su empleo en noviembre -explicó con un ejemplo fácil de entender-. Para él, la crisis no ha pasado sino que está por llegar".
Aquellos países que quieran empezar a hacer cuentas sobre el déficit alcanzado o incluso poner en marcha algunos recortes de gasto público podrán hacerlo, evidentemente, pero el G-20 como tal no pondrá en marcha "estrategias de salida" prematuras.
"Un grave error"El primer ministro británico, Gordon Brown, dio la bienvenida a los ministros, pero sin intenciones protocolarias. Les marcó los límites del campo con el aviso de que sería "un grave error" dar prioridad al equilibrio en las cuentas públicas sobre los estímulos financieros y económicos. Es pronto, en definitiva, para cerrar el grifo de los fondos públicos.
"Está claro que una retirada prematura de ese apoyo (público) vital puede socavar los primeros síntomas de recuperación -dijo Brown- y llevarnos a una nueva caída en la confianza de consumidores y empresarios, reducir el crecimiento y empeorar los problemas de deuda de los gobiernos".
Los ministros de Economía y Finanzas no pueden robar titulares a sus jefes. Las reformas para fortalecer el sistema financiero, incluidos los polémicos sistemas de remuneración de los bancos, se anunciarán probablemente en la cumbre de Pittsburgh el 24 y 25 de este mes.
"Resistir futuras tormentas"Sin embargo, ayer ya quedaron claros algunos principios. El primero, la Administración de Obama continúa empeñada en un cambio de las reglas del juego. En expresión del secretario del Tesoro, Timothy Geithner, "el objetivo es trabajar para que haya un sistema financiero capaz de resistir futuras tormentas". Los bancos tendrán que asumir que deben mejorar sus posiciones de capital con medidas anticíclicas que prevean épocas de caída de actividad económica.
Los requerimientos de capital anteriores a la crisis, recordó Geithner, "no estaban a la altura de los riesgos" que estaban asumiendo los bancos.
Esa es la prioridad para los norteamericanos, y no los sueldos de los directivos de los bancos. Geithner, con cuidado para no ofender a nadie, dejó escapar algún comentario irónico sobre el interés que han despertado los bonus en Europa. Geithner sí aceptó que los grandes beneficios anunciados en las últimas semanas por la banca de inversiones, con sus bonus correspondientes, han llevado a temer a que se vuelva la situación anterior, "pero eso no va a ocurrir", advirtió.
Control de los bonusHabrá un mayor control de los bonus, pero no parece que en los términos exigidos por franceses y alemanes. De momento, el G-20 ha encargado al Consejo de Estabilidad Financiera que presente en la cumbre de Pittsburg propuestas concretas con las que aplicar ciertos principios sobre la remuneración a los directivos en los que sí hay consenso.
Esos principios son mayor transparencia, pago a lo largo de varios ejercicios para apreciar a largo plazo las consecuencias de las decisiones de los directivos e incluso posibilidad de que se reduzcan si la situación financiera del banco se deteriora.
El comunicado también dice que el consejo podrá "explorar" vías para "limitar la remuneración variable total", una idea que se acerca a lo que pretende imponer el Gobierno francés en su país. No se cierra el debate a sus propuestas, pero quedan algo apartadas. Lo importante no es lo que cobren los directivos, sino evitar que se premien los riesgos exagerados.
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