Este artículo se publicó hace 15 años.
El G-20 retrasa el pacto de sueldos de la banca
La cumbre que arranca hoy toca regulación y equilibrio global
La canciller alemana, Angela Merkel, señaló en Berlín antes de partir para Pittsburgh que "todos los productos financieros y todos los destinos financieros tienen que ser sometidos a reglas, y tiene que ser en todo el mundo". Merkel añadió que "nosotros, como Gobierno Federal, nos hemos propuesto sacar las conclusiones correctas de la crisis. La cumbre de Pittsburgh será para ello un hito importante".
Sobre la conveniencia de estimular en el G-20 un debate sobre el crecimiento económico, Merkel dijo que "no debemos buscar ahora temas alternativos y olvidarnos de la regulación de los mercados financieros. No tiene que someterse todo al crecimiento económico, sino que hay que fomentar un crecimiento duradero y sostenible".
El G-20 intentará concretar hoy en Pittsburgh las medidas que lleva casi un año negociando y que deberían poner orden en las finanzas del mundo y armonizar las distintas legislaciones contra la crisis. Los países que suman 85% de las economías del planeta y dos tercios de su población tratarán de aunar posturas en temas tan dispares como los sueldos de los banqueros, la ayuda a los países en vías de desarrollo y el papel de las potencias emergentes en las instituciones internacionales.
"Debemos recordar Pittsburgh como la cumbre donde se acordó la recuperación económica y se ganó la batalla del empleo", declaró hace unos días el primer ministro británico, Gordon Brown. "Estamos intentando hacer algo que nunca se ha hecho antes", aseguraba recientemente el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, "crear un marco para evitar la próxima burbuja".
"Crear un marco para evitar la próxima burbuja"
En lo que se refiere a la regulación de los excesos financieros, Estados Unidos y Europa no están de acuerdo en todo.
La UE, representada por Suecia --presidencia de turno-- Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, España y Países Bajos, acude con una posición común pactada la semana pasada: presionar al G-20 para que se comprometa a limitar las primas de los banqueros que contribuyeron al estallido de la crisis. Washington, sin embargo no quiere imponer topes salariales. También hay diferencias sobre la propuesta del secretario del Tesoro estadounidense de aumentar las reservas de capital de los bancos.
"Necesitamos aumentar el consumo en los mercados emergentes"
Más allá de los parches a la crisis, Estados Unidos quiere reequilibrar los grandes flujos mundiales. "No podemos volver a una era en la que los chinos, los alemanes y otros países nos venden todo a nosotros, mientras nos endeudamos con nuestras tarjetas de crédito y nuestras hipotecas y nos les vendemos nada", dijo Obama en la CNN el pasado domingo.
Washington espera transformar las inercias económicas de cada país: recortar el déficit estratosférico de Estados Unidos (del que China detiene un gran parte), fomentar el ahorro; animar a Pekín a depender menos de las exportaciones y provocar cambios estructurales en Europa, sobre todo en el mercado laboral, para favorecer la inversión.
El director del FMI, Dominique Strauss-Khan también abogaba estos días por una armonización de las economías mundiales, "necesitamos aumentar el consumo en los mercados emergentes para darles margen de crecimiento a corto plazo".
Strauss-Khan, estimaba que los países en vías de desarrollo, más afectados por la resaca de la recesión de lo que se había previsto, necesitarían unos 55.000 millones de dólares en ayuda en los dos próximos años, cifra con la que debería comprometerse el G-20.
Las nuevas potencias vienen con sus propias reclamaciones. China y Brasil presionan para que se aumente el poder de voto de los países emergentes en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial cuyas jefaturas se dividen tradicionalmente entre europeos y estadounidenses.
Estados Unidos espera que el G-20 acceda a modificar la votación en el FMI para que se divida casi en partes iguales entre los países industrializados y los emergentes, frente al actual 57% versus 43% que favorece a las naciones ricas. Pese a que gran parte de las concesiones tendrían que venir por parte de Europa, la Unión Europea aseguró recientemente que estaría dispuesta a respaldar un cambio.
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