Este artículo se publicó hace 16 años.
Una galería de Londres recorre los cien años de maduración del arte de EEUU
Una exposición que se inaugura mañana en la Dulwich Picture Gallery de Londres hace un repaso del proceso de maduración del arte americano contemporáneo desde 1850 hasta los años 50 del siglo pasado, cuando dejó de mirar a Europa y se convirtió en referencia incontestable del arte mundial.
Del 14 de marzo al 8 de junio, los visitantes de "Madurez: Arte americano desde 1850 hasta 1950" podrán contemplar el largo y complejo proceso de evolución de un arte norteamericano característico y alejado de las influencias europeas.
En una visita especial, los medios de comunicación pudieron recorrer hoy la exposición, que reúne varias decenas de obras de la Addison Gallery of American Art de Massachusetts y que representa un viaje en el tiempo que va desde la representación detallista de la naturaleza a la plasmación abstracta de las ideas.
Este viaje también fue un camino de madurez que permitió que los artistas estadounidenses, con un nuevo lenguaje visual, entraran en el circuito internacional.
En las obras expuestas en esta galería pública londinense puede apreciarse cómo los pintores impresionistas y también Picasso o Matisse influyeron en los creadores norteamericanos.
Sin embargo, todos los artistas, desde Winslow Homer a Frank Stella y Jackson Pollock, pasando por John Sloan y Robert Henri, reflexionaron acerca del arte e intentaron crear un lenguaje propio y sofisticado que reparara en la realidad de Estados Unidos.
Para Henri, el desarrollo del arte en este país debía tener como objetivo la expresión del espíritu de las personas en el contexto de su tiempo y de su tierra, no el de crear una manifestación refinada y elegante.
Escenas cotidianas, amplios paisajes, retratos, lienzos con intensos dibujos geométricos y abstracción pura son algunas de las propuestas de unos pintores y escultores que intentaron ir más allá de lo establecido.
En la evolución del arte norteamericano puede apreciarse cómo el progresivo protagonismo de las ciudades desbanca a la naturaleza como recurso iconográfico y cómo los colores intensos se convierten en los reyes de las composiciones.
Ejemplo de ello son las obras "East Broadway" de Frank Stella y "Phosphorescence" de Jackson Pollock, dos de las más valiosas de la exposición.
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