Este artículo se publicó hace 15 años.
García Baena asegura que "la palabra poética no me ha abandonado, mantengo el fulgor"
Rilke en "Cartas a un joven poeta" venía a decir que para ser un buen escritor primero hay que vivir, vivir intensamente, y eso lo ha seguido el poeta cordobés Pablo García Baena, protagonista desde hoy de un Congreso Internacional en Córdoba y a quien, a sus 88 años, no le ha abandonado la poesía.
"Tengo que darme prisa, el tiempo acecha, pero la palabra poética, el fulgor, lo mantengo. No sé si con la misma intensidad de los primeros tiempos, pero me hace caso todavía". Así se confiesa a Efe Pablo García Baena, creador de la revista y del grupo "Cántico", en 1947, junto a Ricardo Molina y Juan Bernier.
Un movimiento al que les unía la amistad y el culto al lenguaje en un escenario místico andaluz, que quedó un poco ensombrecido por la poesía social que en ese momento tan rancio de la España franquista imperaba. Hasta que en los años 70, el grupo "Los Novísimos", con Pere Gimferrer, Jaime Siles, Guillermo Carnero o Villena a la cabeza reivindicaron la bandera de "Cántico".
Hoy Pablo García Baena, único superviviente de ese movimiento, está asistiendo en su tierra natal a distintos homenajes y reconocimientos, por los 25 años de la concesión del Premio Príncipe de Asturias y por los mismos años que también hace que se le declaraba Hijo Adoptivo de Córdoba.
Exposiciones, proyecciones de películas y este Congreso, que durante tres días estudiará su obra con nombres, como Caballero Bonald, José Infante, Antonio Colinas, María Teresa García Galán, Guillermo Carnero o Luis García Montero, entre otros, arrojará luz sobre este poeta que ha escrito "muy poco y muy bien", como dice González Iglesias, en referencia a los largos periodos que van de un libro a otro, entre 15 y 20 años.
"Bueno, no me merezco tanto, pero esto viene a desmentir la frase evangélica de que nadie es profeta en su tierra", dice humildemente el autor de títulos como "Rumor oculto", "Mientras cantan los pájaros", "Antiguo muchacho" o "Antes que el tiempo acabe", y que estos días ha abierto las puertas de su casa para que lo visitantes puedan apreciar todos sus recuerdos. Entre ellos, los cuadros que él mismo pintó.
"Como pintor soy muy malo, pero la pintura siempre ha estado ligada a la poesía. La poesía se nutre de lo visual. Y mi poesía es ante todo pintura que entra por los ojos", dice el poeta.
Pero García Baena, que tiene el corazón partido entre Málaga, donde también vivió, y Córdoba, echa "mucho de menos" a sus compañeros de grupo. "En realidad, yo casi los veo porque los tengo siempre junto a mí", aclara.
"Tuvimos siempre una gran amistad -sostiene-, nos unía nuestro amor por el lenguaje y no éramos nada localistas. Nuestra revista siempre estuvo abierta a la literatura extranjera en momentos difíciles. Teníamos traducciones de autores ingleses, franceses o italianos y hasta hubo números dedicados a la poesía catalana".
En "Cántico", como recuerda el poeta, eran devotos de la generación del 27, y de Juan Ramón Jiménez, -"el maestro de todos los que escribíamos y el mejor poeta del siglo XX", aclara- y coincidieron en tiempo con la generación de los 50 y la poesía social y, aunque eran amigos, entendían el hecho poético de otra manera.
"La poesía tiene muchos caminos y se puede llegar al mismo fin por distintas sendas. El primer Celaya era muy interesante, pero luego se hizo muy pasquinero. Luego estaban los demás, como Ángel Gonzalez, que fue siempre un gran poeta. Pero nosotros hacíamos la rebelión desde la belleza y la armonía", precisa el poeta cordobés.
Hoy, Córdoba sigue dando buenos poetas, como José Luis Rey, Juan Antonio Bernier o Pablo García Casado, entre otros, admiradores del maestro, pero García Baena cree seguir el camino de "Cántico" es "un poco peligroso".
"La verdad, he visto cómo poetas jóvenes que pensaban que el secreto de 'Cántico' estaba en el culto al lenguaje o en el uso de palabras desusadas hacían una copia sin vida. Los poetas están muy vivos y aunque reconozcan la labor de 'Cántico', deben seguir su camino. Pero que lo sepa todo el mundo: los mejores poetas hoy están en Córdoba", dice orgulloso el escritor.
Carmen Sigüenza
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