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Gelman dice que a pesar de los desastres, la humanidad acumula 50 siglos de poesía

EFE

El poeta argentino Juan Gelman se siente reconfortado al contemplar que, a pesar de todos los desastres, la humanidad acumula cincuenta siglos de poesía ininterrumpida.

Gelman, que anoche clausuró con un recital multitudinario el Festival de Poesía de Barcelona, ha explicado en una entrevista con Efe que, "aunque la poesía no puede cambiar el mundo, sí puede enriquecer espiritualmente a quienes alguna vez eventualmente lo harán".

Para el poeta argentino, que acaba de publicar en España su último libro lírico, "El emperrado corazón amora" (Tusquets), que cincuenta siglos de poesía ininterrumpidos tienen un significado muy claro: "La mayor o menor importancia que pueda tener la poesía en tal o cual época es irrelevante, pues el contexto desaparece y la poesía sigue".

Y añade: "A saber qué crisis había en la Grecia clásica, pero no tenemos noticia, y sí, en cambio, de la poesía que se hacía en la época".

Cuando se le pregunta para quién escribe, responde: "Para mí, movido por una obsesión, que no tengo más remedio que escribir y no pienso en el lector cuando escribo, lo que me parece el mayor respeto hacia él", y añade que "no se debe suponer que el lector es tonto y necesita que todo sea obvio en la escritura".

Helman se siente más "exigente" como escritor que como lector pues leer poesía "disminuye la capacidad crítica" y aunque reconoce que con su propia escritura se puede "ensañar" no se atreve "con lo ajeno".

Confiesa Gelman que continúa con su divisa "Escribir mucho, corregir poco y tirar mucho", que atribuye a su atávica "holgazanería", la misma por la que no es novelista ni dramaturgo. "En la poesía todo es más corto", dice.

"El poema viene de más abajo de la vida", señala el autor en uno de los versos de "El emperrado corazón amora", lo que se puede interpretar como que la lírica surge de un estado casi de vigilia, que, reconoce, la hace "más visceral que racional".

Al hilo de esta reflexión, el creador de "Gotán" recuerda la división que hacía Antonio Gamoneda de los poetas en dos razas: "Los que leen mucho y escriben buenos poemas y a los que el estómago, el corazón y no sé cuántos órganos más les exigen escribir. Él dice que yo pertenezco a esta segunda raza y yo estoy seguro de que él es de esa segunda raza".

Dicho de otro modo, si hubiera una división entre los poetas que viven para escribir y los que escriben para vivir, Gelman estaría entre los segundos, sin que ello signifique que unos sean mejores que otros.

Los numerosos galardones que ha recibido en su trayectoria, entre ellos el Cervantes de 2007, no han variado su forma de escribir: "Los premios son reconocimientos importantes, ayudan a vender un poco más, pero no escriben por uno"; en su caso su "insatisfacción" es quizá "el motorcito para seguir escribiendo".

El deseo de escribir no decae ni siquiera con la edad, 81 años, en un intento, como él mismo bromea, de "agarrar la cola a esa señora tan fugitiva que es la poesía".

A pesar de sus inquietudes sociales, Gelman no cree mucho en la diferenciación académica entre poesía culta y poesía popular, ni tampoco acepta que se califique su obra de "pesimista y realista": "Me gustaría que dijeran que mi poesía es poesía, porque la poesía escapa a cualquier encasillamiento, no es poesía social o política, la poesía es poesía".

Conviven en él con normalidad sus dos grandes dedicaciones: el periodismo y la poesía -"siempre trato que la segunda contamine al primero", apunta- y considera que ambos campos "son dos departamentos de un mismo edificio, que es la lengua".

Todavía hoy continúa ejerciendo como periodista, aunque "por la edad sea como columnista" (en Página/12), y explica que esta profesión siempre le interesó porque ante todo es "muy curioso".

La inclusión de léxico y conceptos provenientes de los místicos españoles (Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz) son algunos de los rasgos que caracterizan su poesía, si bien Gelman matiza con ironía: "No estoy fingiendo una virginidad que no tengo, sino que simplemente estoy exhibiendo mis limitaciones".

De sus actuales lecturas poéticas destaca a César Vallejo "siempre", a los españoles Gamoneda, José Ángel Valente y Ángel González, y a los latinoamericanos José Emilio Pacheco y Borges, aunque este último le gusta más como prosista. A todos estos añade aquellos poetas que ayudaron a construir el edificio de la poesía castellana, como Quevedo.

Por Jose Oliva.

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