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El general espartano que desafió al imperio

Vivaz y elocuente, Brásidas frenó a los atenienses en el Peloponeso

JESÚS CENTENO

Cuando les vio entrar, Argileonis supo que los peores rumores eran ciertos. Preguntó si su hijo había muerto con honor y le respondieron que Brásidas había perecido de un modo digno de Esparta. Vivaz y lleno de coraje, este brillante general espartano consiguió rechazar a las tropas atenienses durante la primera fase de la Guerra del Peloponeso, en el año 424 aC, cuando los atenienses, dirigidos por el ferviente general Cleón, tenían todas las de ganar. 'Cualquiera puede encontrar en Brásidas una imagen de lo que fue Aquiles', escribió Platón sobre él en uno de sus diálogos.

Las dos potencias acudieron al campo de batalla en plenitud de recursos económicos y militares. Fue la primera guerra civil del mundo griego, y la primera de Occidente. Veinte años después de las guerras médicas que enfrentaron a persas y griegos, Esparta inventó la guerra preventiva para defenderse de la expansión imperialista de Atenas. Cada bando arrastró consigo a sus aliados en un conflicto que duró 27 largos años.

La estrategia espartana consistió en invadir el territorio que rodeaba Atenas, que conservó su acceso al mar y logró defenderse del asedio. El político y orador Pericles aconsejaba a los suyos evitar la batalla en terreno abierto y, bajo el mando de Cleón, Atenas extendió su actividad militar y fortificó sus defensas.

Sin embargo, en Esparta apareció un desconocido Brásidas, quien, gracias a su carisma y la moderación de sus exigencias, consiguió persuadir una ciudad tras otra a que se rebelaran contra sus rivales atenienses.

Atenas nunca advirtió el rigor espartano, y menos que Brásidas idease un plan tan arriesgado: atacar por detrás a la retaguardia ateniense vía terrestre con un ejército compuesto mayoritariamente por ilotas, siervos de Esparta. Brásidas reunió un ejército de aliados que se dirigió a la colonia ateniense de Anfípolis, dirigida por Tucídices, que controlaba a un gran número de minas de plata con las que Atenas financiaba la guerra.

Cleón llegó con 30 barcos, 1.200 hoplitas (milicianos) y 300 soldados de caballería. Brásidas, con 2.000 hoplitas y 300 soldados. El espartano hizo un amago de retirada y Cleón pensó que el ataque no se produciría. En ese momento, Brásidas aprovechó para cargar contra las tropas atenienses.

Ordenó salir a sus hombres y, viendo que se marchaban los enemigos, dijo a los suyos: 'Esta gente no nos aguardará, porque bien veo cómo sus lanzas y celadas se menean, y nunca jamás hicieron esto hombres que tuviesen ganas de combatir; por tanto, abrid las puertas y salgamos todos con buen ánimo a dar sobre ellos con toda diligencia'. Brásidas sorprendió a los atenienses que, espantados por su osadía, se dieron rápido a la fuga.

Durante la batalla, Brásidas, que había entrado por el ala derecha de los enemigos, fue gravemente herido. Cleón, viendo que no era tiempo de esperar más, también decidió huir. Un soldado mirciense le encontró y lo mató. Mientras, el ejército ateniense huyó a Eyón, aunque aproximadamente 600 de ellos fueron alcanzados antes de llegar al puerto. Sólo siete espartanos perecieron.

Brásidas fue llevado a la ciudad y, antes de perder la vida, supo que había alcanzado la victoria. Fue enterrado en Anfípolis. Ahora sería Atenas quien se declaró deseosa de paz, y obtuvo una tregua, la llamada Paz de Nicias, en la que ambos bandos decidieron devolver de todo lo que habían conquistado durante la guerra. La paz duraría solo seis años.

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