Este artículo se publicó hace 15 años.
El gigante asiático aplasta a su mascota
El boom económico de China amenaza con destruir el hábitat del oso panda
Andrea Rodés
Los personajes más populares de Pekín este año, cuando se cumplen 60 de la República Popular China, no son los políticos de alto nivel, sino los seis cachorros de oso panda traídos de la provincia de Sichuan el pasado abril, especialmente para la ocasión. "El hecho de que el panda sea el animal favorito de China ha facilitado su conservación, pero aún queda mucho por hacer", dice Lü Zhi, fundadora y directora de ShanShui, una de las ONG ecologistas más activas de China, que recibe a Público en su despacho de la Universidad de Pekín.
En China quedan alrededor de 1.600 ejemplares de oso panda viviendo en libertad en alguna de las 67 reservas, pero el desarrollo económico se ha convertido en una nueva amenaza para esta especie, advierten los grupos ecologistas como Shanshui y WWF.
Quedan unos 1.600 ejemplares en libertad en 67 reservas
"Nuestro objetivo es evitar que el hábitat natural de los pandas continúe reduciéndose", explica Lü, bióloga. Hasta finales de la década de 1980, la mayor amenaza para los pandas fue sobrevivir a la deforestación salvaje llevada a cabo bajo el mandato de Mao y a la tala ilegal de bosques cometida durante los primeros 10 años de reforma y apertura económica. Esto ha dejado de ser un problema gracias al cambio de postura en el Gobierno, asegura Lü, pero la proliferación de carreteras, autopistas, presas hidráulicas y núcleos urbanos amenaza con reducir el hábitat natural de los pandas, fragmentando su población en grupos cada vez más pequeños y aislados, y dificultando su reproducción.
"La clave es colaborar con las autoridades locales", añade Lü, que no deja de recibir llamadas en toda la mañana, una prueba de lo complicado que resulta coordinar proyectos entre Shanshui, el Gobierno central y decenas de funcionarios locales a miles de kilómetros de distancia. La población de pandas se concentra en los frondosos bosques de bambú de Gansu, Shaanxi y Sichuan, tres provincias superpobladas del interior.
Uno de los objetivos de Shanshui es crear y proteger los llamados corredores ecológicos para que los pandas puedan desplazarse entre comunidades. Pero para conseguirlo, Lü necesita convencer a las autoridades de la necesidad de suspender un proyecto de construcción, cambiar la ubicación de un bloque de apartamentos o desviar el recorrido de una carretera.
Beneficios"Hay que convencerles de que la conservación medioambiental también puede traer beneficios a largo plazo", opina la directora de Shanshui. Muchos municipios que colaboran en la conservación han experimentado una reducción de la contaminación en el agua y el aire, y empiezan a atraer al turismo rural. "Pero el turismo es una arma de doble filo,", advierte Lü, preocupada por el impacto del turismo de masas y la presión demográfica sobre la reserva de Qinling, en la provincia de Shaanxi, donde ella empezó a investigar en los años 80 bajo la supervisión del biólogo estadounidense George Schaller, pionero en el estudio de los panda. Qinling es hoy una de las reservas más importantes del país, con alrededor de 250 pandas en libertad.
"En este país a todo el mundo le gustan los pandas, pero nadie es consciente de que les estamos robando su hogar", dice Lü, contemplando con nostalgia la fotografía en su despacho en la que aparece junto a Schaller en los frondosos bosques de bambú de Qinling, tomada en 1983. Uno de los objetivos de esta popular bióloga y ecologista china, que liderará la delegación no gubernamental de su país en la próxima cumbre sobre el cambio climático de Copenhague, es que la gente de su país entienda que "la conservación del medio ambiente les afecta directamente".
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