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Gino Paoli confiesa que el suicidio "es una de las pocas cosas" que ha buscado en su vida

EFE

Lo que tiene que suceder, sucederá. Por eso Gino Paoli (1934) sólo "espera" a que le "caiga la manzana", no hace nada por "conseguirla", sea esta una mujer o una canción, aunque en su ambición de absoluta libertad, el padre de "Senza fine" sí ha buscado alguna cosa: su muerte, aunque, claro, sin éxito.

"La muerte es una de las pocas que he promovido en mi vida -en 1963, el año de "Sapore di mare"- y fue porque quería ser libre sobre todas las cosas", ha explicado hoy en una entrevista con Efe el cantante y compositor, que esta noche, en el Instituto Italiano de Cultura, y el sábado, en San Lorenzo de El Escorial, presentará en concierto su último disco, "Un incontro in jazz".

Este genovés de "bandera" -abandonó muy niño su Montefalcone natal- sigue llevando en el tórax, porque no se la pudieron extraer, la bala que se disparó "en el entorno" del corazón y lo dice sin asomo de preocupación o, "si acaso", tanta como le provoca fumar "senza fine" y aún así menos de lo que le gustaría.

En el botiquín del alma italiana, y de buena parte del mundo, están muchas de sus canciones, "clásicos contra la melancolía" que escribió entre los 60 y 70, algo que le produce orgullo y carga de responsabilidad a partes iguales.

"Construí el atrezzo que puede servir para decir a alguien algo que no sabes cómo decir, para sentir algo que no sabes sentir o para encontrar una palabra que no sabes encontrar. La canción es un arte que no es como los demás porque se convierte en algo del otro en cuanto otro la utiliza".

Aún así, ignora por qué sus temas han sido capaces de "conectar" tan bien: "No escribo las canciones para que le gusten a la gente. Las hago porque son importantes para mí. Como me decía el músico de jazz Lester Young, para mí tocar es como mear, es decir, una necesidad. No puedo dejar de hacerlo", resume.

"Escribir es algo que te sale, que no está hecho para complacer. Es una ventana entre mi alma y tu alma", subraya.

Elige entre sus canciones, "Sassi" (piedras) no porque le parezca la más bella sino porque es "la más parecida" a la emoción que la generó y, "en materia de mujeres", "Cuestión de supervivencia": "Ha sido una conquista para mí comprender que la identidad está hecha de los defectos".

"La mujer quiere ser amada por lo que es y no por lo que el hombre quiere que sea", resume el artista, que fue pareja de la cantante Ornella Vanoni y de la actriz Stefania Sandrelli, entre otras.

Está contento con el resultado de "Un incontro in jazz", en el que combina clásicos ajenos como "Eu sei que vou te amar", "Contigo en la distancia", "Smile" o "E m'innamorerai", con cinco propios y disfruta interpretándolos en directo.

"El escenario es como una enfermedad. Es el momento en el que soy más verdadero y más falso, estoy más vivo y más muerto", revela.

En el disco se "encuentra" con Danilo Rea -que le acompaña en Madrid- Flavio Boltro, Rosario Bonnacorso y Roberto Gatto, todos ellos de "al menos, una generación más jóvenes". Por ello el resultado es un "intercambio" de lo que ellos le dan y él les da, un enriquecimiento, afirma, "muy nutritivo".

No tiene ni idea de lo que hará en los próximos diez años, si es que aún vive. "La muerte es una extraña señora que llega cuando quiere, no lo puedes decidir tú. Y lo digo yo que he probado a cambiar eso", dice riéndose a carcajadas.

"Si me dijeran que voy a morir dentro de una semana continuaría viviendo sin cambiar nada. No voy a provocar nada que no me llegue naturalmente.. De pequeño quería ser pintor y he sido músico... Nunca he buscado a las mujeres con las que he estado, sino ellas a mí... Soy el hombre que está debajo del árbol esperando a que le caiga la manzana, no voy a saltar para cogerla".

Por Concha Barrigós

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