Este artículo se publicó hace 17 años.
El "gitano japonés" celebra medio siglo de baile flamenco
A los 68 años, el "gitano japonés" Shoji Kojima celebra su medio siglo en la escena flamenca zapateando en Tokio como cuando era un veinteañero, con una obra que recuerda la peripecia de los grandes poetas españoles durante la Guerra Civil.
Esta leyenda del baile, muy fresco tras el ensayo a pesar de su edad, explicó a Efe que, durante su último viaje a "Graná", decidió dedicar la obra con la que conmemora sus 50 años sobre los tablaos a Miguel Hernández, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y su amado Federico García Lorca.
En Granada coincidió con Ian Gibson, que recientemente recogió en el libro "Cuatro poetas en guerra" la tragedia fratricida española a través de la pluma de estas cuatro personalidades de las letras.
Kojima, que personifica la pasión japonesa por el flamenco, derrocha arte durante una hora para poder seguir el ritmo de sus jóvenes compañeros en la obra que estrena hoy en un teatro de Tokio.
Al son que le marcaba Chicuelo, el maestro nipón ensayaba rodeado de bailarines japoneses y españoles "Poetas en Guerra", la obra que representará durante tres días consecutivos en el lujoso barrio de Ginza de la capital japonesa.
Los cantaores jaleaban al maestro japonés "Kojima, Kojima" y, una vez acabado el ensayo, los bailarines nipones le apelaban con respeto japonés "sensei, sensei" ("maestro, maestro"), para que les tradujera las indicaciones del coreógrafo español Javier Latorre.
El quincuagésimo aniversario de Kojima es más que una celebración personal: es la fiesta del flamenco en Japón, un país que se enamoró hace décadas de un arte profundamente español y que no ha dejado de atraer a las máximas figuras a sus escenarios y a sus tablaos.
Kojima, auténtica leyenda del baile, confesó que después de "50 años el flamenco sigue poniéndole enfermo" y que seguirá en los escenarios "hasta la muerte".
El bailaor recuerda cómo salió de Japón "en el año 66" y no dejó España para volver a casa "hasta el 76".
Tras esta larga estancia, Kojima estuvo entre España y Japón "pallá y pacá", unos viajes durante los que aprendió de los más grandes, como "Victoria Eugenia Betti, Maestro Granero, Tomás de Madrid, Rosa Merced o Jose Antonio, que hoy en día es el director del Ballet Nacional".
Una vez establecido en Japón inició una labor divulgativa junto a otros grandes artistas como Yoko Kamatsubara, la "mamá flamenca", que terminó por crear una escena flamenca en Tokio a miles de kilómetros del tablao más cercano.
Esa labor cristalizó en la academia de flamenco propia de Shoji Kojima, una de las cientos de escuelas de baile y cante que hay repartidas por todo el archipiélago nipón.
Muchos de sus discípulos acompañarán a su sensei en el escenario estos tres días porque, como dice Kojima, "esta obra la he hecho para los jóvenes".
El maestro explica el poder seductor que el flamenco tiene entre los japoneses por "el carácter más cerrado" de estas gentes, a los que les gusta la manera de ser de "los mediterráneos, más abiertos".
Pero añade un factor fundamental: "Cuando los japoneses se interesan por algo, ese interés es hasta la muerte, hasta la médula".
Hace un año el tablao "El flamenco", situado en uno de los barrios más modernos de Tokio, cumplía cuarenta años y aunque otros como "El Girasol", sucursal del madrileño "Café de Chinitas", no pudieron sobrevivir a la crisis económica de la burbuja en los 80, la llama del cante y el baile nunca desapareció en Japón.
Sin el maquillaje, con unas arrugas reveladoras de un rostro que ha visto mucho y experimenta el sufrimiento en sus interpretaciones, Kojima afirma que el flamenco nunca ha dejado de crecer en Japón.
"Cada año hay más ambiente, vienen artistas famosos y los japoneses aprenden cada día más", afirma.
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