Este artículo se publicó hace 14 años.
El Gobierno de Italia rehabilita a Craxi y lo considera un chivo expiatorio
El Gobierno italiano rehabilitó hoy la figura del ex primer ministro Bettino Craxi, al que calificó de "chivo expiatorio" el día del décimo aniversario de la muerte del ex mandatario en Túnez, huido de la justicia con condenas de más de cinco años por corrupción.
Bettino Craxi fue "el chivo expiatorio" ofrecido para resolver una crisis "moral e institucional" que afectó "al completo sistema político", dijo hoy el presidente del Senado, Renato Schifani, en un acto celebrado en la Biblioteca de la Cámara Alta.
Una ceremonia tan concurrida que obligó a abrir otra sala para albergar a autoridades italianas como el jefe de Gobierno y amigo personal de Craxi, Silvio Berlusconi, tres ministros, subsecretarios, senadores y muchos ex socialistas como el jefe del Pueblo de la Libertad (PDL) en la Cámara, Fabrizio Cicchitto, y el ex ministro Gianni De Michelis.
También se encontraba la hija de Craxi, Stefania, que es subsecretaria de Exteriores, y miembros del opositor Partido Demócrata (PD) como la jefa del mismo en el Senado, Anna Finocchiaro, quien abandonó la ceremonia tras la intervención de apertura de Schifani.
Las palabras del presidente del Senado dignificaron la controvertida figura de Craxi (Milán, 1934), para muchos paradigma de corrupción: "Con Craxi no hubo piedad. Ha pagado más que otros culpas que eran de todo el sistema político".
"Los años transcurridos permiten un juicio histórico más sereno y objetivo que en aquellos momentos dramáticos ya lejanos no pudimos hacerlo", dijo.
Después, su hija Stefania subrayó la importancia del mensaje del presidente de la República, Giorgio Napolitano: "Restituye a Craxi y sus méritos y abre la vida a una pacificación nacional, que es un esperanza de Napolitano y nuestra. Los provocadores son una minoría. Mi padre forma parte de la historia positiva de nuestra República".
Napolitano envió ayer una carta a la familia de Craxi en la que aseguró que sobre el ex secretario general del Partido Socialista Italiano (PSI) se ejerció una dureza sin igual, una misiva que emocionó a la viuda, Anna, que vive en Hamammet (Túnez), según dijo, con la pensión de parlamentario de su marido de 5.127 euros.
La única voz crítica a la rehabilitación de Craxi la elevó Felice Belisario, jefe de Italia de los Valores (IDV) en el Senado, quien aseguró: "Es de verdad una vergüenza la beatificación de un condenado en una sede institucional".
Al que fuera jefe de gobierno entre 1983 y 1987 le llegó el fin cuando el entonces magistrado Antonio Di Pietro urdió la operación Manos Limpias contra la corrupción institucional generalizada en Italia y acabó con él, con el PSI, con la todopoderosa Democracia Cristiana y, en suma, con el sistema de partidos surgido en Italia tras la Segunda Guerra Mundial.
Craxi se convirtió en el principal arquetipo de una época conocida en todo el mundo como Tangentopoli ("ciudad del soborno") que transformó la escena política de Italia en 1992.
A la configuración de este arquetipo contribuyó sobremanera su decisión de exiliarse en su villa tunecina, desde donde fue viendo cómo caían sobre sus espaldas los procesos y las condenas, no sin antes sufrir en Roma escarnio público cuando militantes de izquierda le lanzaban monedas a su paso.
Hasta su muerte acaecida el 19 de enero de 2000, tras una larga diabetes crónica que le ocasionó graves problemas cardiacos y renales, sobre Bettino Craxi pesaban dos condenas definitivas a 5 años y seis meses y a cuatro años y seis mes por cobrar comisiones ilegales de la petrolera ENI y del Metro de Milán y otros cuatro procedimientos abiertos.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.