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La gran red ciclista entre mares de tulipanes

Cómo mimar los sentidos sin tocar la marihuana ni los quesos

DANIEL AYLLÓN

La temperatura matinal en abril es fresca, pero el paseo en bicicleta resulta agradable. Laura atraviesa los campos de tulipanes de la provincia holandesa de Gelderland. Ya han florecido los lirios y adora el olor. El país exporta unos 2.000 millones de bulbos cada año y, en primavera, las alfombras de capullos almendrados exhiben sus colores más vivos.

A lo largo de todo el país, los ciclistas han tejido una red de vías transitables para bicicletas, con cientos de puntos de referencia. Cada uno corresponde a un cruce de carreteras y en él se indica la distancia y direcciónal cruce de referencia más próximo. Las rutas dentro de esta maraña de carreteras se pueden planificar con un GPS o en páginas web como la de la organización Fietsersbond.nl, que acaba de superar los 35.000 socios. Para atravesar los campos de tulipanes, Laura recomienda una vía que discurre paralela al mar, a ocho kilómetros de la costa oeste del país. Esta recorre los 30 kilómetros que separan las ciudades de Leiden y Haarlem: 7.000 hectáreas de colores y fragancias. El regreso se puede hacer en tren.

'En Barcelona, te miran como si fueses una indigente si haces una barbacoa en el césped'

Catalana y estudiante de Erasmus, Laura cumplió 27 años hace dos semanas en Wageningen, la ciudad europea de referencia en el campo de la alimentación, su especialidad. Tras licenciarse en Química en la Universitat de Barcelona, buscó un destino de habla inglesa en el que cursar el segundo ciclo del grado de Ciencia y Tecnología de los Alimentos. La ciudad, con decenas de miles de universitarios, le vino como anillo al dedo.

Desde abril, los parques se llenan de barbacoas. 'En Madrid y en Barcelona te miran como si fueses una indigente si te pones a hacer una barbacoa en el césped. Pero en Holanda incluso sacan los sofás a la calle cuando hace bueno', valora.

Para los paseos en bicicleta, Laura valora el sinfín de locales de alquiler de velocípedos que hay en el país. Otra opción es la compra, a partir de 30 euros. 'Aquí no puedes vivir sin bici. Aunque hay pocos robos, la gente no se las compra muy caras... por si acaso. La mayoría son cuatro palos con dos ruedas', apunta.

La página web www.fietsers bond.nl realiza un cálculo de las calorías que se consumen en cada trayecto, en función de los puntos de referencia por los que pase el viajero. Laura lo recuerda al hablar de sus paseos a través de frondosos bosques para llegar al restaurante De Panorama-Hoeve (entre los puntos 88 y 89 del mapa para ciclistas), donde hacen 'unos de los mejores pannekoeken del país'. Estos creps típicos de la cocina holandesa, cubiertos con una cucharada de compota de manzana, conquistan los paladares más golosos. El restaurante ofrece también poffertjes, los clásicos pastelitos holandeses de masa frita que nunca recomendaría un dietista, pero que hacen las delicias de los amantes de los dulces.

Si el viajero ciclista dispone de un presupuesto reducido en su estancia en Holanda, puede encontrar alojamiento gratuito en la red de contactos para viajeros couchsurfing, muy extendida en el país. 'Con esta puedes encontrar sitios para dormir, pero además te dejan guardar la bici', valora Laura. La alternativa es Vriendenopdefiets.nl (edición en inglés), una red de Bed&Breakfast adaptada para ciclistas con 3.900 direcciones en Holanda y Bélgica.

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