Este artículo se publicó hace 17 años.
El Gran Teatro Nacional inaugura su temporada entre la polémica y la ambición
El Gran Teatro Nacional de China, conocido como "El Huevo", arranca hoy su temporada inaugural entre la polémica de su diseño futurista en el centro neurálgico del poder chino y su aspiración a situarse entre los grandes del mundo.
Las orquestas sinfónicas de China y de Pekín son las encargadas, bajo la batuta de Chen Zuohuang y Tan Lihua, de dar el pistoletazo de salida a la temporada inaugural.
La masiva estructura de vidrio laminado y titanio ha estado envuelta en la polémica desde su gestación, y la punta del iceberg es su diseño elipsoidal en un paisaje dominado por la tradición china y la arquitectura de influencia soviética, cuadradas; una crítica a la que incluso se sumaron algunos líderes chinos.
"Los que se han quejado han sido muy ruidosos", dijo a Efe el arquitecto francés Paul Andreu, de 69 años y padre del proyecto, durante el ensayo. "Y los que la defienden hablaron poco".
"Ahora que el edificio está acabado, a mucha gente le gusta. Yo no inventé la curva, miren los antiguos tejados chinos, están llenos de curvas. Creo que es tan chino como cualquier otro edificio. Es chino porque está en China. Vuelvan dentro de cien años, ya veremos si es clásico o no", añadió el artífice de la era de los aeropuertos.
Finalizada en abril, la enorme cúpula fue catalogada como una "perla de agua" por sus defensores y como una "bola de estiércol" por sus detractores desde que en el año 2000 fue aprobada.
"No me gusta, no tiene nada que ver con nuestra tradición", señaló a Efe una vecina melómana que acudió al ensayo general.
Esta opinión la compartieron hace seis años los 158 científicos y arquitectos chinos que se opusieron al proyecto, además de subrayar su abultado coste y el estilo futurista de la cúpula, que le valieron a Andreu calificativos como "arrogante" e "ignorante".
Compuesta por láminas intermedias de vidrio laminado con efecto sonoro aislante y una estructura de titanio, la cúpula busca el efecto de un gran telón abriéndose, con audacia e innovación, y representa la ambición de la nueva China, cuarta economía mundial.
El "huevo", con una envergadura máxima de 213 metros, mínima de 144 y una altura de 46, ocupa 6.355 metros cuadrados y emerge como una isla en el centro de un lago artificial, un auténtico distrito del espectáculo de un total de 149.500 metros cuadrados.
El conjunto, en la avenida Chang'an (de la Larga Paz), es aledaño al Gran Palacio del Pueblo, sede del legislativo, y está situado a 500 metros de la plaza de Tiananmen y la Ciudad Prohibida.
Andreu ha defendido siempre el contraste como "un diálogo" estético entre el teatro y la sede del legislativo.
Con un aforo total de 5.473 asientos distribuidos en un auditorio de ópera, otro de conciertos y un teatro, el Gran Teatro produce un juego de destellos de día y de noche permite ver su interior.
Andreu consiguió recortar en el 2000 el presupuesto inicial en un 25 por ciento, sacrificando un cuarto auditorio, hasta los 361 millones de dólares, la cifra oficial, después de que sus detractores señalaran que cada asiento costaba 1.300 dólares, "el precio de un Mercedes importado".
Las críticas arreciaron cuando en 2004 el techo de una terminal del aeropuerto París-Charles de Gaulle, diseñado por Andreu, se desplomó, al igual que otro en el de Dubai, del mismo arquitecto, matando en total a 9 personas, entre ellas dos chinos.
La prensa china publicó entonces que una revisión de las medidas de seguridad del teatro supuso un incremento del coste hasta los 432 millones de dólares, algo que fue desmentido por las autoridades.
Según el estudio de Andreu, el presupuesto final han sido 502 millones de dólares (350 millones de euros).
El Comité Propietario del teatro lo defiende: "Va a ser un símbolo del orgullo nacional, no se puede comparar al de un teatro ordinario".
Una exposición al final del corredor subterráneo de 80 metros al que se accede al teatro deja claro con qué se está codeando: el Covent Garden de Londres, el Liceo de Barcelona, la Scala de Milán, el Bolshoi de Moscú, el Metropolitan de Nueva York y la Ópera de París.
El "Guo Jia Da Ju Yuan" (en mandarín) es uno de los más ambiciosos proyectos del "lifting" urbano de Pekín para los Juegos Olímpicos de agosto, que excede cualquier renovación urbana de la historia y con la que el poder totalitario chino busca un símbolo de su nuevo lugar en el mundo.
Entre los proyectos más radicales están las Torres Inclinadas de la Televisión Central China, del arquitecto Rem Koolhaas, o la nueva terminal del aeropuerto pequinés, de Norman Foster.
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