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Grecia acelera las reformas por la presión del FMI y la UE

Los socios en el rescate heleno empiezan a mostrar discrepancias sobre nuevas ayudas

BELÉN CARREÑO

Más ajustes y más rápido. La troika la alianza compuesta por la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo ha decidido que este es el único frente común que por ahora está dispuesto a acordar respecto a Grecia y ha metido miedo al Ejecutivo de Papandreu para que pise el acelerador a la espera de que llegue el milagro. Si el martes por la noche el Eurogrupo le pedía a Atenas que ejecutara más rápido el programa de privatizaciones, ayer le tocó el turno al FMI. El responsable de la misión en Grecia, Poul Thomsen, habló con claridad por primera vez (tampoco había concedido ruedas de prensa durante la negociación) en unas jornadas organizadas por The Economist a las afueras de Atenas y sentenció: 'El programa del Gobierno no está funcionando'.

'No se cumplirá la senda prevista si no se imprime velocidad a las reformas estructurales en los próximos meses', añadió Thomsen, que cree que con el ritmo actual no se bajará del 10% de déficit para este año, cuando el objetivo está en el 7,3%. Dicho y hecho. Con este panorama, horas más tarde, el ministro de Finanzas, Yorgos Papaconstantinou, avisaba de que se redoblarían los esfuerzos en el plan de ajuste previsto. Papaconstantinou adelantó en el mismo foro que en los próximos días se anunciarán medidas para ahorrar 6.000 millones de euros, cuando al principio el Ejecutivo había previsto un plan para reducir 3.000 millones. 'No hay recetas milagrosas para este objetivo', advirtió el ministro de Finanzas. Algunos rumores apuntan a que podría intentar reducir aún más el tamaño del sector público, no solo vía privatizaciones sino también con recortes de mano de obra.

El FMI pone en duda por primera vez el éxito del plan de salvación realizado

En cualquier caso, el Ejecutivo del Pasok se decidió también a dar otro paso, el de escoger a los bancos colocadores de las empresas públicas que quiere poner en manos privadas. Este anuncio era fundamental para iniciar el proceso de venta de activos. El listado de bancos está hecho con un criterio muy particular, ya que el Ejecutivo ha adjudicado a un gran banco extranjero y otro local la colocación de estas compañías de forma que todos se reparten parte del pastel. Así, Deutsche Bank (junto con su pareje helena) es el encargado de colocar las quinielas; las loterías son para Credit Suisse y, las apuestas de caballos para Crédit Agricole. El Gobierno también venderá su participación en las autopistas, lo que afecta a la sociedad que tiene junto con las españolas Cintra y ACS. Este paquete lo colocarán Ernst & Young, Rothschild y Barclays. También saldrá a subasta el espectro radioeléctrico y la gestión de los depósitos de gas.

En el reparto se ha decidido que un grupo de bancos locales se encarguen de colocar el paquete más sensible de todo el programa privatizador: el de las tierras y edificios propiedad del Estado. Se ha especulado con la posibilidad de privatizar una isla, algo que ha desatado la furia nacional, por lo que el Ejecutivo pisa con pies de plomo este terreno y asegura que el grupo hará un registro de propiedades y propondrá concesiones selectivas.

Estas medidas siguen siendo pecata minuta en comparación con lo que Grecia debe refinanciar el próximo año en los mercados, pero sirve para ganar tiempo hasta que la troika acuerde un plan común. Las divisiones internas comienzan a ser palpables, y ayer el economista jefe del BCE, Jurgen Stark, tildó de 'receta para la catástrofe' la posibilidad de hacer una 'suave reestructuración' tal y como sugirieron el martes los miembros del Eurogrupo, que barajan extender los vencimientos de las obligaciones de pago.

El presidente de la Comisión Europea, Durão Barroso, plegó velas y asumió que 'la reestructuración de la deuda nunca podría ser una alternativa a los dolorosos ajustes que deben aplicarse', informa Daniel Basteiro.

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