Este artículo se publicó hace 13 años.
Grecia o la marcha de la locura
Los políticos europeos están demostrando su incapacidad para hacer frente a la crisis
Por qué los gobernantes actúan tan a menudo contra lo que sugiere la razón y una lectura clara de su propio interés", se pregunta la historiadora norteamericana Barbara Tuchman en su libro The march of folly (La marcha de la locura, editorial Fondo de Cultura Económica, 1989), su estudio sobre la sinrazón desde la guerrade Troya hasta la de Vietnam. El exembajador de Chile en el Consejo de Seguridad de la ONU durante el proceso que llevó a la invasión de Irak, Juan Gabriel Valdés, escribió que es una lástima que la historiadora fallecida no alcanzara a incluir esa guerra. Y cabría añadir en "una política contraria al propio interés" (el primer capítulo del libro) la que sigue una clase política europea sin cabeza respecto a Grecia y a la pretendida crisis de la deuda.
La visita del secretario del Tesoro norteamericano, Timothy Geithner, a Breslavia el pasado viernes, ha dejado al desnudo la dramática incapacidad de los políticos europeos; en primer lugar, de Angela Merkel, cuya coalición de Gobierno está a punto del colapso, tras la séptima derrota en unas eleccio-nes regionales el domingo, en la ciudad estado de Berlín.
La banca europea
Que Geithner no está para dar lecciones a nadie cuando es público que tanto él, al frente de la Reserva Federal de Nueva York, como Hank Paulson, secretario del Tesoro, fueron incapaces de rescatar a Lehman Brothers, con dos ofertas de bancos privados sobre la mesa, es una cosa.
Pero cuando la Administración Obama decide enviar a su secretario del Tesoro cual Caronte, barquero de Hades, a Europa, para guiar las sombras errantes de los (próximos) difuntos de un lado al otro del río Aqueronte, es que la situación es grave. Y Caronte llegaba al Viejo Continente después de que la Reserva Federal diera luz verde, el pasado día 15, tercer aniversario de la caída de Lehman, a inyectar dólares en las arcas de los bancos europeos necesitados de fondearse en dicha moneda tras soportar entrar en dique seco. Y he aquí que Geithner, mira por dónde, vino a decir las verdades del barquero, para seguir con la mitología griega, ahora reforzada por la tradición oral y popular española. Porque ¿acaso no se ha contagiado España (e Italia) de la crisis griega? Y estas verdades son evidentes: los bancos europeos (y españoles) son en estos momentos bancos zombis, como los de Japón en la depresión de los años noventa del siglo pasado, que necesitan para sobrevivir inyeccio-nes de liquidez porque sus carteras, como resultado de la burbuja y la crisis de deuda soberana, les han dejado al borde de la insolvencia.
¿Qué hacer? Geithner, como Christine Lagarde, directora gerente del FMI, ha sugerido que el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF, según las siglas en inglés) se transforme en una institución para recapitalizar los bancos a cambio de acciones que serán vendidas al sector privado. Segunda verdad: no poner en solfa al BCE, sino promover la colaboración con él para que juegue un papel en el aumento de la capacidad financiera de dicho fondo sin incrementar formalmente sus insuficientes 440.000 millones de euros actuales, dada la oposición de Alemania.
Y la tercera y última sugerencia: sin crecimiento no hay nada que hacer. La deuda pública como proporción del PIB en la eurozona alcanza el 80%; en EEUU supera el 100%. Por tanto, como señaló la ministra austriaca María Fekter, Europa está en mejores condiciones que EEUU. Pero la conclusión es ¡más austeridad en lugar de impulsar la demanda!
Caronte ha avisado. Y el que avisa no es traidor.
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