Este artículo se publicó hace 16 años.
Un grupo armado no identificado ataca el recinto de la ONU en Mogadiscio
Un grupo no identificado de hombres armados lanzó anoche dos ataques contra la sede de las Naciones Unidas en Mogadiscio, confirmaron hoy a Efe portavoces de la organización y vecinos de la zona.
Los atacantes arrojaron una bomba contra el portón de entrada al recinto que alberga las oficinas de la ONU en la capital somalí y luego abrieron fuego de fusilería contra el personal, señalaron las fuentes.
Los guardias de seguridad de la ONU respondieron a los disparos de los atacantes, que se retiraron de inmediato, aunque una hora más tarde regresaron al lugar y atacaron nuevamente desde varias posiciones, agregaron.
En los tiroteos no se registraron víctimas en ninguno de los dos bandos, según los portavoces de la ONU, que solicitaron permanecer en el anonimato.
Uno de los vecinos de la zona, Abdulahi Omar Ali, dijo a Efe que la explosión de la bomba sacudió fuertemente el área, y que el segundo tiroteo fue más intenso que el primero y se prolongó durante una hora.
"El ataque fue muy fuerte y el personal de seguridad de la ONU respondió de igual manera a los disparos. Puede que haya víctimas, pero no podemos confirmarlo porque no pudimos ver muy bien debido a la oscuridad", señaló Ali.
El predio de la ONU, situado en las inmediaciones del aeropuerto de Mogadiscio, ha sido atacado varias veces en los pasados dos años y su personal recibe permanentemente amenazas de muerte de desconocidos, señalaron las fuentes de la organización.
En el aeropuerto de Mogadiscio tiene su base principal el contingente de paz de la Unión Africana (UA) para Somalia, pero el organismo no ha tomado ninguna medida para reforzar la seguridad de las oficinas de la ONU.
En octubre pasado, fuerzas de seguridad somalíes irrumpieron en el recinto y detuvieron al director local del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, Idris Mohamed Osman, acusado por el Gobierno de transición de Somalia de tener vínculos "terroristas".
Las autoridades somalíes han exigido en varias ocasiones a la agencia de la ONU que no distribuya ayuda en zonas controladas por los insurgentes islámicos, algo que la organización internacional se niega a cumplir.
Ningún grupo insurgente ha reivindicado aun la autoría del ataque de ayer y ningún funcionario gubernamental está dispuesto para comentar lo sucedido.
El 28 de enero pasado, la explosión de una bomba causó la muerte de tres cooperantes de Médicos Sin Frontera (MSF), un médico keniano, un experto en logística francés y un chófer somalí, en Kismayo, en el sur de Somalia, tras lo cual la organización humanitaria retiró a su personal internacional del país y suspendió algunos de sus servicios.
Somalia vive inmersa en el caos y sin que un Gobierno central haya logrado imponer su autoridad desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barre, y los clanes tribales dividieron el territorio en feudos privados que controlan por medio de milicias paramilitares.
La situación empeoró desde principios de 2006, cuando a la lucha se sumaron las milicias de los antiguos tribunales islámicos somalíes, que capturaron Mogadiscio y todo el sur del país.
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