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"El hambre no se toma vacaciones"

Jordi Peix, fundador de la Fundació Banc dels Aliments de Barcelona, ayuda a familias sin recursos y lucha contra el despilfarro alimentario

ALEX GIL

Uno de cada cinco catalanes vive con menos de 460 euros al mes. Casi 2 millones de hogares en toda España tienen a todos sus miembros en paro. Uno de cada cuatro niños es pobre. Más de seis millones de personas se encuentran sin empleo. El fundador y vicepresidente de la Fundació Banc dels Aliments de Barcelona, Jordi Peix, explica el trabajo de una entidad que proporciona ayuda a personas y familias sin recursos y que lucha contra el despilfarro alimentario.

¿Cómo surge la idea de crear el Banc dels Aliments de Barcelona?

El Banc dels Aliments aparece a mediados de los años ochenta, era también un momento de crisis económica, quizás no tan fuerte y larga como la actual. El modelo lo conocimos en el Salón Internacional de París de 1986, a donde fui como director general de producción de industrias alimentarias de la Generalitat de Catalunya. Allí me encontré el stand de la Federación Europea de Bancos de Alimentos, que agrupaba a 14 bancos de alimentos de Francia y uno de Bélgica. Se dedicaban a recoger lo que las empresas ya no podían aprovechar, es un servicio que haces a las industrias puesto que recoges aquellos productos que son consumibles pero ya no son comercializables.  Había leído el Libro negro del hambre, de Josué de Castro, se refería al Tercer Mundo, pero el hambre también se encuentra aquí, así que decidimos crear un Banc en Barcelona, aprovechando también el tejido industrial del país y que en Catalunya se encuentra el cluster alimentario más importante de Europa.

¿Cómo nota el Banc dels Aliments el impacto de la crisis?

El Banc cambia cada día, hemos tenido refundaciones constantes desde su inicio para poder adaptarnos a los diferentes momentos, como la crisis de los 80, ligada a la reconversión industrial, y a la entrada a Europa. La primera gran crisis que nos tocó sufrir fue la de 1993, la crisis postolímpica. Una crisis que duró unos 2 o 3 años, pero ya estábamos en Europa y la industria alimentaria empieza a tomar conciencia de la situación. Entre 2008 y 2009, en solo un año, el número de solicitantes de ayuda a las entidades benéficas que reciben alimentos del Banc dels Aliments se duplicó. Es algo que no había sucedido nunca. Actualmente, hay unos 140.000 beneficiarios. El barraquismo ha vuelto a Barcelona.  La crisis económica en la que nos encontramos ha superado el modelo de apoyo a los más necesitados, en el 2009 ya no dábamos abasto a todas las peticiones que llegaban y decidimos crear el Gran recapte, apelando a toda la sociedad a luchar contra el hambre, aquí y ahora. Cada año hay nuevas entidades que piden ser reconocidas por el Banco y crece el número de beneficiarios.

¿Hay algún colectivo en concreto que se vea más afectado que otros?

Esta crisis afecta tanto a los trabajadores asalariados como a los autónomos, no discrimina a nadie. Quizás se podría decir que los más afectados son los trabajadores poco cualificados, sobre todo jóvenes. Los que encuentran trabajo son los que están dispuestos a trabajar en cualquier sitio. Los niños representan uno de los colectivos a los que hay que prestar más atención. Además está la pobreza estructural, con gente golpeada por los llamados accidentes de la vida, viudas sin recursos, etc., a estos dramas ocultos, se suma la coyuntura general. Hace más de 100 años que no se veía una crisis de este tipo. Creo que la pobreza estructural crece simplemente porque hay más gente. No creo que haya unos colectivos más afectados que otros, en ese sentido, la inmigración la tenemos tachada, ¿quién es catalán? El que vive y trabaja en Catalunya.

¿Este aumento de la demanda de ayuda es la constatación del fracaso de un sistema? ¿La sociedad civil está sustituyendo al Estado en las políticas sociales?

El Banc no entra a valorar cuestiones políticas, en democracia los problemas los resuelve la sociedad. No hacemos política, no es nuestra intención, ni nunca lo ha sido. En democracia, adonde no llega el Estado debe llegar la sociedad. Solo distribuimos alimentos a entidades benéficas.  Pero también es cierto que estamos en el Mediterráneo, es una sociedad que sigue manteniendo los vínculos familiares, de barrio, de pueblo. Nos ayudamos unos a otros, yo, por ejemplo, tengo un hijo en el paro, no pasa nada por eso, es un problema cercano, y se palía con la ayuda y la solidaridad. Pero si creo que las políticas sociales deberían adaptarse a estos nuevos aspectos de la pobreza.

Uno de los ejes de actuación del Banc es la lucha contra el despilfarro alimentario. ¿Cómo se lleva a cabo esta tarea? ¿Cómo se recuperan los alimentos consumibles pero ya no comercializables de la industria alimentaria?

El despilfarro alimentario es un desastre, en Catalunya alcanza las 250.000 toneladas anuales. Por eso, como reza nuestra carta fundacional luchamos contra este, y actuamos en todos los escalones: la agricultura, la ganadería, las industrias alimentarias, comercios y supermercados, y cada vez más, las plataformas logísticas. La recogida de alimentos se hace de forma conjunta con las entidades benéficas, fomentando así la creación de una red solidaria de barrio que permite actuar directamente, ya que cada mercado, cada barrio, tiene sus propios pobres. Las tiendas, los mercados, ya tienen sus pobres, ya existe una red solidaria, como las que tienen los inmigrantes, se trata de unir esas redes en otras. En cuanto a la recuperación de los alimentos, realizamos un servicio a las empresas. Una vez hicimos un curso para los altos directivos de una multinacional estadounidense, un curso que pidieron hacer ellos, querían ver como gestionábamos el reparto. El primer día que vinieron, se pusieron las camisetas y a la cadena a trabajar. Nunca habían tocado tantos alimentos. Probaron uno, y me dijeron: 'Este producto es bueno.' 'Pues, es suyo, lo hacen ustedes'. Preguntaron cuando lo rechazaba el supermercado, unos 3 o 4 meses antes, en el caso de los chocolates. Esto, como les dijimos, significa que han tirado a la basura una buena cantidad de dinero, tanto en la comercialización como en el almacenamiento. Estos productos nos los dan y así ahorran dinero. Destruir alimentos es muchas veces más caro que producirlos. Así que me llamaron de la sede central europea, en Luxemburgo, preguntando si es que teníamos algo contra ellos. No, es evidente, sólo le estamos diciendo formas de ganar dinero. Ayudamos a las empresas a rentabilizar sus procesos. En ese sentido, hemos creado un servicio, y tratamos a las empresas como a clientes.

¿La sociedad es más consciente de que el hambre es también un problema en Occidente? ¿Han aumentado las donaciones?

El volumen de donaciones ha aumentado, sí. Las empresas responden también porque, entre otras cosas, ha bajado el consumo alimentario un 12% en los dos últimos años. El derroche también ha disminuido en los hogares. Pero Catalunya ha demostrado históricamente que es un país solidario. De ahí, la repercusión que tienen las campañas como el Gran recapte. El éxito corresponde a la responsabilidad ciudadana. En el último Gran recapte, 500.000 familias se movilizaron para donar alimentos. En Barcelona, hemos pasado en 25 años de 20 a 331 entidades benéficas, en el Banc, por ejemplo, apenas hay siete trabajadores fijos y más de 200 voluntarios. Es a ellos a quien hay que felicitar. No se puede olvidar tampoco las aportaciones que hacen empresas, trabajadores, de asociaciones, de escuelas y donaciones anónimas, así tenemos el programa de microdonaciones llamado 'mermas', lo que sobra en una casa, en un negocio, es recogido por la entidad. Las iniciativas son variadas e imaginativas, como se ha demostrado hace poco en Sant Andreu, donde la red de barrio recogió 25,8 toneladas de alimentos con la representación de obras de teatro. También la campaña en las escuelas, que dura ya quince años, y que motiva a los niños a trabajar como voluntarios en nuestra fundación. La red solidaria llegó a 13.000 voluntarios en el ultimo Gran recapte. En cuanto a los supermercados, ha costado mucho, pero ya están casi todos, sobre unos 500 establecimientos. Los productos que desechan no suele alcanzar el 1%, un 0,5% ya suele ser motivo de queja por parte de la dirección.

¿Cómo se asegura la calidad de los alimentos que distribuye el Banc? ¿De qué forma se reparte la ayuda?

Todos los alimentos pasan por un control de calidad. El Banc tiene un departamento de Calidad que trabaja parar controlar y garantizar la calidad de los productos distribuidos, en especial aquellos en los que se debe mantener la cadena de frío. Para repartir los alimentos, cada entidad benéfica tiene sus propios listados, conoce las necesidades de las personas a las que se ayuda, y el Banc realiza un seguimiento de control. Los beneficiarios de la ayuda son derivados a las entidades benéficas por los servicios sociales municipales. Todos los alimentos se valoran desde el punto de vista económico y nutricional, repartimos productos por valor de 13 millones de euros al año.

La cuestión de la alimentación es muy coyuntural. La empresa tiene sus stocks, pero nunca sabe como va a responder el mercado. Gestionamos alimentos, no los compramos. Así que, durante la primavera, suele haber más caldos, en verano, más fruta, en otoño, zumos y gazpachos. Vivimos de las industrias, del marketing social, de los agricultores. De esta manera, y con la colaboración empresarial podemos hacer 500 toneladas de zumo, con un contenido del 100% cuando los zumos comercializados acostumbran a tener un 45%. Para los pobres lo mejor.

Varios ayuntamientos, tanto en Catalunya como en el resto de España, han anunciado planes para luchar contra la desnutrición infantil durante el verano. ¿En qué medida colabora el Banc con estas iniciativas?

El hambre no se toma vacaciones. Colaboramos con estos programas, porque las entidades a las que distribuimos alimentos colaboran en estos programas contra la malnutrición infantil, o en otros, donde con una serie de puntos se recoge la comida. Estamos fomentando las redes solidarias de barrio. En cada barrio tienen sus propios pobres, y son las entidades que están sobre el terreno las que conocen mejor que nadie la situación. Intentamos que las entidades se agrupen, es una medida para rentabilizar el esfuerzo. Las entidades vienen a buscar los paquetes de ayuda aquí, y luego pueden centralizar sus almacenes o realizar el transporte conjunto de las donaciones. Eso sí, tienes que saber que das a cada entidad.

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