Este artículo se publicó hace 15 años.
Hiddink, el técnico de los mil retos
Nadie podrá decir que Guus Hiddink es un técnico temeroso de los desafíos: por si no le bastara con la selección de Rusia, el "patrón" que le paga, el multimillonario Román Abrámovich, le ha encargado también la dirección del Chelsea.
Hiddink, de 62 años, dice que se siente capaz de asumir los dos retos, pese a que las exigencias son muy altas: la clasificación de Rusia para el Mundial de Sudáfrica 2010 y que el Chelsea obtenga al menos un título en los tres torneos que afronta, la "Premier", la Liga de Campeones y la Copa de la Federación inglesa.
En una prueba de su determinación, el ya sucesor de Luiz Felipe Scolari comentó el martes que le gustaría "echar una mano" a los propietarios del club, con los que afirma tener "buenas relaciones".
Y tan buenas. De hecho, Abramóvich, el magnate ruso propietario del Chelsea, es también quien paga el salario de Hiddink -unos dos millones de euros anuales- y de sus ayudantes en la selección.
Hiddink también recordó que ya compaginó la tarea de seleccionador de Australia con la de técnico del PSV Eindhoven, club en el que había militado como jugador en la décaca de los 70, y sabe la carga de trabajo que esto supone.
Su último desafío fue hacerse cargo de Rusia en julio de 2006 en un momento de grave crisis y salir airoso, ya que, a expensas de Inglaterra, la clasificó para la Eurocopa de Austria y Suiza 2008, donde cayó en semifinales ante la futura campeona, España.
Sus artes sicológicas no conocen fronteras y, al igual que había hecho antes con coreanos y australianos, inculcó a los desmotivados rusos la disciplina, la táctica y la mentalidad ganadora.
El sistema que emplea lo explicó en una ocasión el internacional australiano Mark Viduca: "Quien hubiera presenciado nuestra preparación sin saber nada, habría dicho que éramos un grupo de 'marines' a punto de irnos a la guerra".
Como un general antes sus tropas, Hiddink quiere jugadores "listos para adaptarse a cualquier situación y, sobre todo, que no se rinden jamás".
La Eurocopa de Austria y Suiza fue su cuarto torneo internacional de naciones como seleccionador, hazaña al alcance de muy pocos.
En su primera etapa como seleccionador, Holanda llegó a las semifinales del Mundial de Francia 1998, donde fue eliminada por Brasil en la tanda de penaltis.
Su mayor éxito lo obtuvo con la modesta Corea del Sur, con un cuarto puesto del Mundial de 2002, después de derrotar a equipos tan poderosos como Portugal, Italia y España, en una de las trayectorias mundialistas más extraordinarias que se recuerdan, sólo empañada por la tendencia casera de los arbitrajes.
También clasificó a los futbolistas australianos para el Mundial de Alemania 2006, el primero de los "socceroos" en más de 30 años.
Australia fue eliminada en octavos de final por Italia cuando Ferancesco Totti marcó en el minuto 95 el penalti que había pitado el árbitro español Medina Cantalejo.
Si Hiddink consigue que Rusia esté en Sudáfrica cumplirá, pues, cuatro presencias como seleccionador en una fase final de la Copa del Mundo, una menos que el serbio Bora Milutinovic, que entrenó a México, Costa Rica, Estados Unidos, Nigeria y China.
Sus mayores éxitos internacionales como entrenador de club fueron la Copa de Europa en 1988 con el PSV Eindhoven y la Copa Intercontinental con el Real Madrid diez años después.
Hiddink también preparó al Fenerbahce turco y al Valencia y Betis españoles.
En su etapa en el Valencia, Hiddink, cuyo padre había protegido a judíos de la persecución durante la II Guerra Mundial, demostró su fuerte carácter cuando ordenó retirar una bandera con simbología nazi de las gradas del estadio so pena de no jugar el partido.
Hiddink se entrega en cuerpo y alma a cuantas acciones emprende y sólo un vaso de buen vino, la prática del golf o un paseo en motocicleta le pueden apartar, momentáneamente, de su objetivo.
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