Este artículo se publicó hace 15 años.
Hoy comienza el juicio contra el hombre que estranguló a la joven Yuliza
La Audiencia de Las Palmas celebra hoy la primera sesión del juicio contra el hombre que estranguló en Lanzarote a la joven Yuliza Antonia Pérez, hija de su ex compañera sentimental, con la que estaba obsesionado y mantenía una relación "agobiante y asfixiante", según el fiscal.
El acusado, Antonio Luis Ferreira Machado, de nacionalidad portuguesa, se enfrenta a una pena de 20 años de prisión y a una indemnización de 120.000 euros para Hilma Altagracia, madre de la joven de 18 años, según la petición del Ministerio Fiscal.
En sus conclusiones provisionales, el fiscal señala que el acusado, que vivía con su ex pareja y la hija de ésta, mantuvo el día 7 de noviembre de 2007 una discusión con la joven al impedirle practicar sus creencias religiosas en su domicilio situado en Arrecife, disputa que continuó al día siguiente, cuando la estranguló.
El acusado se desprendió entonces de los zapatos, del bolso, el sujetador y la camiseta de la víctima, que los arrojó a un contenedor, ató las manos y los antebrazos del cadáver a la espalda con cinta de embalar marrón y lo trasladó en su vehículo a la escombrera de Argana Alta, donde lo enterró.
Posteriormente, regresó al domicilio e ideó una coartada e incluso simuló una falsa colaboración en la búsqueda de Yuliza, según el fiscal.
El cadáver de Yuliza fue hallado cinco días después por un vecino de Arrecife cuando paseaba por la mañana a sus perros en las inmediaciones del vertedero, situado en el extrarradio de la capital lanzaroteña.
El 8 de noviembre de 2007, Yuliza Antonia Pérez desapareció tras ser vista por última vez en las inmediaciones de su domicilio en el barrio de Los Geranios, en Arrecife, y en algunos comercios de la ciudad.
En abril de 2008, la policía detuvo al padrastro de la joven dominicana asesinada.
Antonio Luis Ferreira Machado, portugués y albañil de profesión, fue implicado por los restos encontrados en su vehículo y los resultados de las pruebas de ADN.
Desde el hallazgo del cadáver de la joven dominicana, su padrastro se había convertido en el principal sospechoso para su familia y la propia policía, que tuvo que protegerle tras conocerse el homicidio ya que la comunidad dominicana residente en la isla intentó lincharle al responsabilizarle también de los hechos.
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