Este artículo se publicó hace 17 años.
El HSBC admite que la operativa de clientes "no era normal" y quintuplicó el crédito Camacho
El directivo del HSBC Salvador Pastor admitió hoy que la operativa que seguía Gescartera con menos de un centenar de clientes en renta variable "no era normal" y que de 1995 a 2000 quintuplicó la póliza de crédito de valores para Antonio Camacho hasta 750 millones de pesetas (4,5 millones de euros).
En la decimosexta sesión del juicio oral que se sigue en la Audiencia Nacional por este escándalo financiero, el director del HSBC recordó que Gescartera comenzó sus operaciones con el banco en 1992, donde tenía cuenta Teodoro Bonilla Álvarez, el párroco de Castillo de Garcimuñoz (Cuenca), al que se le asignaron pérdidas por doce millones de euros.
En la cuenta de Gescartera en HSBC se asentaron -según el fiscal- cuantiosas pérdidas utilizadas como contrapartida de las numerosas ganancias generadas a otros clientes de Gescartera, como José Unanue -padre del empleado del HSBC, Mikel Unanue-, quien utilizó sus ganancias en la sociedad (7,6 millones de pesetas) para "compensar" otras pérdidas que había tenido con inversiones en productos derivados.
Otro de los asuntos por los que preguntó el fiscal a Salvador Pastor fue la existencia de 163 cuentas de clientes de este banco cuya titularidad real se desconoce, atribuidas por la entidad al HSBC Republic de Suiza, de las que sólo quiso decir que correspondían, en parte, a clientes de "origen vasco" que querían ocultar su identidad por motivos de seguridad.
Además, Camacho operó con el HSBC también a título personal, teniendo en esta entidad una cuenta de crédito por importe de hasta 750 millones de pesetas, ampliado desde los 150 millones iniciales ligados a inversiones en el selectivo español Ibex-35, pese a tener sólo "en valores y liquidez" depósitos por 20 millones de pesetas (120.000 euros), según reconoció Pastor.
También comparecieron hoy como testigos el consejero delegado de la agencia de valores Afina Pentor, Diego García-Loygorri y el directivo de la sociedad de valores Benito y Monjardín, Luis-Miguel Gil de Bernabé Pascual, que se limitaron a explicar que la mayor parte del negocio de Gescartera en bolsa se limitaba, aparentemente, a las operaciones "intradía".
"El punto crucial para que sobreviva una gestora es verificar si los clientes pueden soportar financieramente las operaciones", indicó García-Loygorri, a lo que Gil Bernabé añadió, posteriormente, que sólo se compraban valores por encima del 15 por ciento del patrimonio que tenía el cliente.
Ambas condiciones pudieron incumplirse en el caso de Gescartera.
Por otra parte, comparecieron la mujer y los tres hijos de Aníbal Sardón, comercial y apoderado de Administración y Gestión de Patrimonios (AGP), quienes indicaron hoy que el total de las inversiones, entre 1995 y 2001, fueron de 375 millones de pesetas (1,80 millones de euros).
Aun así, al retirar 420 millones de pesetas y pagar a Hacienda 60 millones de pesetas (por plusvalías de 200 millones de pesetas) y disfrutar de una rentabilidad media "de un 10 o un 11 por ciento" en renta variable, obtuvieron unas pérdidas de más de 10 millones de pesetas (60.000 euros).
Por su parte, el testigo Pedro Vicente, hermano del jefe de mantenimiento de Gescartera, Miguel Angel Vicente, no supo explicar de qué manera, de 1989 a 1999, multiplicaron por veinte su inversión familiar -costeada entre sus padres y tres hermanos- hasta llegar a tener 400 millones de pesetas (2,40 millones de euros).
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