Este artículo se publicó hace 16 años.
Las imágenes para el recuerdo de Ross testimonian la vida en el gueto de Lodz
Las imágenes para el recuerdo tomadas por Henryk Ross en el gueto de Lodz, que albergaba la segunda comunidad más grande judíos de Polonia, dan testimonio de la lucha por la supervivencia de sus habitantes, así como del interés de estos por mostrar un pretendida vida normal.
Más de doscientas cincuenta de estas imágenes, la mayoría de ellas inéditas, se muestran en la exposición "Recuerdos enterrados: las fotografías de Henryk Ross, una mirada al Holocausto", incluida en el programa oficial de PhotoEspaña, que permanecerá abierta en el Museo de Arte Contemporáneo hasta el 30 de junio.
Durante la presentación, el comisario de la exposición Thomas Weber, del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton, ha relatado la historia de unas imágenes que se enfrentan a las publicadas en las revistas gráficas del Tercer Reich.
La finalidad de estas publicaciones nazis era presentar los campos de concentración como instituciones de reeducación y los guetos como un honesto intento de establecer asentamientos judíos con la intención de "civilizar" a los hebreos.
El Consejo Hebreo del Gueto de Lodz tomó la decisión de que sería mejor para el bienestar de los judíos del gueto fomentar esta imagen. La razón para ello fue que si el Consejo conseguía transformar el gueto en un taller bien dirigido y rentable había una posibilidad de que los nazis, al menos durante un tiempo, no lo destruyeran.
Para ello, el Consejo contó con la ayuda de dos fotógrafos: Henryk Ross (1910-1991)y Mendel Grossman. Su tarea consistía en tomar fotos propagandísticas de los productos manufacturados, además de la vida del gueto en general.
"Aunque con esto ayudaba en el propósito de esconder la terrible verdad, Ross utilizó secreta y audazmente el acceso que tenía a una cámara y al equipo de revelado para mostrar los horrores de Lodz", según el comisario. "Tomó desgarradoras instantáneas de ejecuciones, de gente muriendo de hambre, de caras llenas de angustia y de niños que cavan en el suelo desesperadamente para extraer patatas podridas y otros alimentos que habían sido enterrados en el gueto".
Las fotos de Ross sobrevivieron a la guerra porque hizo con ellas lo mismo que el Consejo había hecho con la basura: enterrarlas en el gueto, donde permanecieron durante el invierno de 1944-45. Después de la liberación, Ross, que a diferencia del 97 por ciento de los residentes del gueto, había sobrevivido, desenterró la caja con sus fotos y negativos.
En torno a las imágenes ha existido cierta polémica, ya que se convirtieron en imágenes iconográficas del Holocausto, aunque Ross no permitió la difusión de la mayoría de sus miles de fotos hasta los últimos años de su vida.
Las instantáneas que no coincidían con la imagen del Holocausto que se había creado con los recuerdos de los supervivientes se mantuvieron apartadas del ojo público como si todavía estuviesen enterradas en el gueto.
Algún tiempo después de la guerra, Ross fue acusado por algunos supervivientes del gueto de colaboracionismo. Su trabajo empezó a ser gradualmente marginado y muchas de sus fotografías comenzaron a ser incorrectamente atribuidas a Mendel Grossman.
En 1987, cuatro años antes de su muerte, Ross catalogó la mayoría de sus fotografías. Ese mismo año, donó los contactos de casi todos los negativos, además de una copia de su catálogo, al Museo de la Diáspora Judía en Tel Aviv.
En los veinte años posteriores, el Museo conservó, pero no incluyó, ninguna reseña acerca de ellas en su catálogo. El hijo de Ross continuó con la labor de su padre para extraer la colección completa de su metafórico lugar de enterramiento, haciendo posible su traslado al Archivo de Conflictos Modernos en los años noventa, desde donde ha sido recientemente llevada a la Art Gallery de Ontario en Toronto.
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