Este artículo se publicó hace 15 años.
Los indígenas bolivianos desfilan en su propio carnaval
Comandados por tres tractores que serán el premio para las comunidades que ocupen los primeros lugares, decenas de miles de indígenas de cada uno de los rincones del departamento boliviano de Oruro desfilaron el jueves en un carnaval andino conocido como Anata.
Durante más de 12 horas y a pesar de la intensa lluvia y granizada, hombres, mujeres y hasta niños se adueñaron de las calles de la ciudad altiplánica de poco más de 200.000 habitantes, cargando en la espalda ramilletes de flores y vegetales, en representación del florecimiento de los cultivos en el primer día de grandes festejos callejeros del carnaval.
instrumentos andinos de viento con los que interpretan música de tiempo de lluvias - cerca de 130 comunidades vestidas con sus coloridos trajes típicos, bebiendo alcohol y "pijchando" (masticando) hojas de coca, fueron el deleite de Evo Morales.
El presidente indígena llegó hasta su natal Oruro visiblemente emocionado, acompañado por unas tres decenas de representantes diplomáticos, para aplaudir cada paso de los danzantes frente al estrado principal.
Tanta fue la emoción de Morales, que al ver desfilar a la comunidad de Orinoca, donde nació hace 49 años, bajó del estrado y bailó al ritmo de las tarkas a lo largo de 3 manzanas.
Si bien el Anata andino no concentra tanta cantidad de turistas y curiosos como la famosa Entrada Folklórica del sábado de carnaval, ha ido ganando adeptos en los 17 años en que se ha desarrollado en la ciudad.
En los primeros años, incluso, el paso de los danzantes se desarrollaba en sentido inverso a la ruta de la Entrada Folklórica, pero ahora sigue el mismo camino y el público es cada vez más numeroso.
Cada comunidad organiza su danza a la cabeza de sus autoridades principales y de su joven ñusta, o reina del festejo.
"Bailamos en señal de regocijo. Los sembradíos de papa han florecido, tenemos que agradecer a la pachamama (madre tierra)," comentó Jhonny Chambi, de la provincia de Sajama, al oeste de Oruro, durante la celebración organizada por la Federación Sindical Unica de Campesinos de Oruro.
Más allá de las connotaciones rituales y festivas, el Anata es también un acontecimiento con una carga política muy fuerte, relacionado con la presencia de los pueblos originarios en Oruro, capital del departamento homónimo.
"Es una demanda de reconocimiento, queremos ser parte de Bolivia", explicó José Cahuana sosteniendo una bandera con el "Sí" a una nueva Constitución boliviana, de orientación indigenista y socialista, aprobada hace ya casi un mes.
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