Este artículo se publicó hace 15 años.
Los indígenas bolivianos votan por su autonomía
En la jornada electoral de hoy, además de las elecciones generales, doce municipios someten a las urnas estatutos para gestionar su territorio y emplear sus instituciones ancestrales
"A los pueblos indígenas nunca se les ha dado la oportunidad de entrar en cargos estatales. Se les ha dicho: no puedes, no sabes, no sirves. Los indígenas nunca hemos despreciado a nadie, pero sí hemos sido despreciados. Eso ahora ha cambiado".
Adrián Aspi habla con emoción en la voz. Es el alcalde de Jesús de Machaca, y es indígena. Su municipio, situado en El Alto, cerca de La Paz, es uno de los 12 que hoy van a celebrar, de forma paralela a las elecciones generales, referendos de autonomía indígena. Han redactado un estatuto de autonomía y lo someterán al veredicto del pueblo.
«A los indígenas siempre se les ha dicho: no puedes, no sabes, no sirves»
Las palabras de Aspi resumen el giro que ha dado el trato dispensado a los indígenas por el Estado desde que Evo Morales llegó al poder en 2005.
Morales impulsó una nueva Constitución que consagra sus derechos y abre vías para su acceso al poder. Ha convertido la bandera indígena (aymara) multicolor en bandera oficial del Estado, que ondea en todos los edificios públicos. Y ha incluido en la composición del Congreso de los Diputados salida de la reforma electoral siete circunscripciones especiales indígeno-campesinas. Se garantiza así que, al margen de los resultados de las legislativas, haya siempre siete diputados indígenas en las Cortes.
"Somos pioneros"
En Bolivia, los 36 pueblos indígenas suponen el 63% de la población
Aspi se confiesa "contento". "Somos pioneros en esta autonomía", dice. "Estamos rescatando lo que nos han dejado los ancestros. Ellos tenían su forma de ejercer la autoridad, que es diferente a como funciona el Estado", explica.
"Blancos y negros, juntos, tenemos que construir este país", señala Aspi, "pero me gustaría que pudiéramos construirlo a nuestra manera, no copiando de afuera".
El modelo boliviano no parece copiado de ningún sitio, ni siquiera de otros intentos de inclusión indígena como el mexicano.
No se trata de descentralizar, sino de incorporar sus instituciones
El investigador del Centro San Bartolomé de las Casas de Perú, Ramón Pajuelo, subraya que "no en todos los países los movimientos indígenas han logrado convertirse en protagonistas. En Bolivia sí".
Pajuelo destaca cómo en países donde los indígenas son minoría como Argentina o Venezuela los gobiernos han sido más favorables a garantizar sus derechos que en aquellos donde la población indígena es mayoritaria.
En Bolivia, los 36 pueblos indígenas suponen la mayoría de la población el 63% de sus 8,2 millones de habitantes, pero históricamente han vivido marginados, despreciados por el Estado.
El ministro boliviano de Autonomías, Carlos Romero, es todo optimismo. "Estamos viviendo un momento privilegiado en Bolivia", dice. "Tenemos la posibilidad de plasmar utopías, esperanzas, sueños colectivos que parecían inalcanzables".
Para él, la autonomía va a suponer "la mayor transformación en el país". La habrá regional, departamental e indígena. Esta última es, según el ministro, una construcción de poder en toda regla: en sus palabras, "un empoderamiento político, social y cultural".
El cambio fundamental ha quedado consagrado en la Constitución que fue aprobada en referéndum en enero de 2009. Habla de Bolivia como un Estado "soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías".
"Que las autonomías estén en el artículo 1 significa que no son sólo la forma de organización territorial, sino una caracterización del Estado mismo".
Pero la Constitución va más allá, al reconocer "las entidades territoriales preexistentes", es decir, las instituciones de origen anterior a la colonización española y a la fundación del Estado mismo.
Recursos renovables
Por ello, cuando se habla de autonomía indígena, no se trata de descentralización política. No se trata de traspasar competencias. "Supone que las instituciones propias de los pueblos indígenas se incorporan al Estado y pasan a formar parte de sus instituciones", explica el ministro.
Pero, ¿cómo se dará esa integración? ¿Qué significa?
Para empezar, los indígenas podrán administrar su sistema ancestral de justicia en sus territorios.
Además, la potestad que se ofrece a las autonomías indígenas incluye la gestión de su territorio, y eso implica poder de decisión sobre el uso de los recursos naturales renovables. Los no renovables pertenecen al Estado.
Mario Molina, del Ministerio de Minas, es un firme defensor del proceso autonómico, pero recalca algunas contradicciones que a buen seguro darán problemas.
"Tienes un mundo estructurado explica donde el subsuelo es del Estado y el suelo es privado o del indígena. Y una Constitución como la boliviana, que reconoce la integridad del concepto de Pacha Mama la Madre Tierra donde suelo y subsuelo, si bien están separados, forman una misma cosa. ¿Cómo le dices al indígena en un capítulo de la Constitución que puede disfrutar de sus derechos, y la Pacha Mama con él, para en el siguiente capítulo precisarle que en materia minera eso está cortado?"
Molina considera que esta dicotomía "histórica y gigantesca" es la que va a marcar el conflicto real profundo en América Latina: "La dicotomía entre el lóbulo occidental y el lóbulo indígena".
Será, según él, todo un experimento, "una agenda de creación que marcará el conflicto interno". "Es la generación de algo nuevo, pero no por ello será un parto sin dolor. Será dolorosísimo", dice.
En una cafetería de La Paz, el historiador Pablo Quisbert dice ser consciente de que la era Morales tendrá un fin y lo importante es qué dejará a las generaciones futuras, qué cambios pasarán de la superficie para transformar las estructuras y perdurar.
"Discursos de cambio ha habido un montón. Y pocos han quedado", dice. "Pero hay un elemento que hace que merezca la pena vivir esta etapa. La participación de los indígenas siempre fue un anhelo. Morales ha ampliado el ejercicio de la ciudadanía y creo que es algo que perdurará. Ahora puedes ser elegido, ¡sea cual sea tu procedencia! El hecho sólo de ver a Morales ha inspirado a mucha gente".
Para Quisbert, la lógica de la dominación implica la existencia de un dominador que se imponga, pero también de un dominado que considere legítima la dominación. "En el programa de alfabetización, un campesino en Potosí nos dijo: hemos abierto los ojos. Lo que ha ocurrido es una suerte de liberación mental y una superación de barreras mentales. No sólo por parte de los indígenas y campesinos. Creo que también los ricos y los sectores acomodados se liberan al ver a los indígenas como iguales. Y este cambio de mentalidad no tiene marcha atrás".
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