Este artículo se publicó hace 14 años.
El ingreso de Islandia en la UE, amenazado
Londres y La Haya dicen que bloquearán la adhesión islandesa debido a las deudas
El brusco despertar del sueño de la prosperidad que sobresaltó a Islandia el año pasado debido a la crisis económica empujó al país hacia el abrigo de la Unión Europea (UE). Ahora, los efectos secundarios de la misma crisis amenazan con convertir en un largo rosario la vía rápida hacia la UE prometida por la Comisión Europea y los 27.
Reino Unido y los Países Bajos han amenazado veladamente al pequeño país, que lucha por salir del colapso financiero sufrido en 2008, con bloquear cualquier avance en las negociaciones si el Gobierno de Reikiavik no devuelve el dinero perdido por un banco islandés. En total, 320.000 holandeses y británicos vieron cómo se esfumaban, en forma de quiebra, 3.800 millones de euros en depósitos.
El Gobierno, presidido por Johanna Siguroardottir, impulsó una ley para devolver los 3.800 millones y dar carpetazo a meses de tensiones diplomáticas. Sin embargo, la negativa del presidente de la República, Olafur R. Grimsson, a rubricar el texto obliga a Reikiavik a someterlo a un referéndum que se celebrará probablemente el mes que viene.
Según Grimsson, que se dirigió el martes a los poco más de 300.000 islandeses, una "abrumadora mayoría" de los ciudadanos quiere votar si el Gobierno debe devolver o no la suma, que, según algunas estimaciones, costaría a cada hogar 45.000 euros en los próximos 15 años.
La Comisión Europea calificó la crisis como "asunto bilateral" de Islandia con cada uno de los dos países afectados, pero alertó de que "cuestiones económicas como el caso de Icesave [el banco quebrado] serán analizadas muy de cerca teniendo en cuenta que Islandia ha de cumplir con sus obligaciones en el Espacio Económico Europeo (EEE)", según el portavoz Amadeu Altafaj.
Bruselas inició el año pasado los trabajos para identificar las reformas legislativas que Islandia necesita para integrarse en la UE. El comisario de Ampliación, Olli Rehn, confió entonces en una vía rápida; es decir, sólo uno o dos años de espera gracias a la alta convergencia ya existente en materia económica.
Reino Unido y Países Bajos, pesimistas sobre las ansias de los islandeses de sufrir más penurias económicas, confesaron sentirse decepcionados. El ministro de Finanzas inglés, Paul Myners, exigió que "el Gobierno islandés asegure que se les devuelva el dinero a los ahorradores". Si los islandeses dicen no en referéndum, alertó "estarían diciendo que Islandia no quiere ser parte del sistema financiero internacional, que no quiere acceso a financiación bilateral, nacional o multinacional y que no quiere ser visto como un socio con el que hacer negocios".
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