Todo fue según el guión, pero los mercados reaccionaron con frialdad. Salvo el Ibex y el Footsie londinense, que acabaron en tablas, todas las bolsas europeas despidieron la jornada en números rojos contagiadas por Wall Street, donde las caídas alcanzaron el 1,2% (sobre todo entre los valores tecnológicos).

A la espera de que la Reserva Federal hiciera públicos a cierre de mercado los resultados de las pruebas de solvencia de la banca, los inversores tenían sentimientos encontrados. Por un lado, recibieron con alivio que las peticiones semanales de subsidios de desempleo hayan disminuido, pero, al mismo tiempo, aguardaban con inquietud el balance definitivo de los stress tests. Las palabras del presidente de la Fed, Ben Bernanke, sobre la necesidad de reforzar la supervisión del sector financiero acrecentaron sus dudas, y la bolsa neoyorquina terminó inclinándose por las pérdidas.

Ese tono bajista hizo mella en los principales índices del Viejo Continente, que apenas celebraron la esperada rebaja de tipos del Banco Central Europeo, ni el hecho de que el presidente del instituto emisor, Jean-Claude Trichet, dejara la puerta abierta a nuevas bajadas en el precio del dinero. Que el Tesoro estadounidense descartase riesgos de insolvencia en la gran banca tampoco sostuvo las ganancias iniciales de los parqués y, al final, la mayoría sufrieron recortes.

El Ibex salvó los muebles in extremis y repitió cotización. Tras borrar el martes las pérdidas que acumulaba desde el pasado 1 de enero, el índice arrancó en positivo y llegó a revalorizarse un 2%, pero conforme avanzaban las horas fue desinflándose y a punto estuvo de interrumpir su racha de subidas. Todos los pesos pesados resistieron a excepción del Santander.

Aun así, los expertos piden cautela. Juzgan prematuro hablar de un cambio de tendencia definitivo y firmas como Analistas Financieros Internacionales advierten de que las medidas adoptadas por los gobiernos no construirán un mercado alcista 'de la noche a la mañana'.