Este artículo se publicó hace 16 años.
Irina Brook: "El teatro no debe ser intelectual"
Irina Brook presenta una comedia basada en 'El sueño de una noche de verano'.
A través del hilo telefónico se oyen unos ruidos. Es el bebé de Irina Brook (París, 1963), que rodea a su madre entre sollozos y reclamos. Es su última gran obra. La que le impedirá estar este próximo miércoles en el estreno de En attendant le songe (Esperando el sueño), en el Teatro de la Abadía dentro del Festival de Otoño de Madrid. "Me da mucha pena, porque Madrid es una de mis ciudades favoritas, pero me es imposible acudir", apunta buscando un atisbo de complicidad.
Los buenos recuerdos y la infancia son también los dos pilares de esta pieza teatral, que fue estrenada en 2005, en Bretigny-sur-Orge (Francia). Basada en El sueño de una noche de verano, de William Shakespeare, autor por el que Irina Brook tiene predilección. En attendant le songe parte del primer impacto que sufrió esta directora, productora y actriz a la edad de ocho años: "Fue durante un montaje que hizo mi padre (el grandísimo director Peter Brook, que también estará este otoño en la capital), de la obra de Shakespeare. Me pareció tan genial que me convertí en una groupie de la obra: quería ir a verla todas las noches. Por eso En attendant... es una especie de tributoa mi infancia".
El sueño, sin mujeresLos diferentes niveles de lectura y la comicidad son los matices que fascinaron a Brook, que recupera para el nuevo montaje, pero con algo nuevo: todos los personajes están interpretados por hombres. A pesar de que el texto original gira en torno a los enredos de dos parejas, no hay ni una sola actriz. Una cuestión de recursos y de contenido. "La compañía con la que realicé la obra era muy pequeña. Tenía que hacer algo muy minimalista, y se me ocurrió utilizar sólo a los chicos. Además, Shakespeare también estrenó solamente con hombres, y yo creo que la comedia surge de ahí", añade.
Irina Brook es una fan incondicional de la comedia. De hecho, dice que la tragedia tiene resquicios por los que se escapan guiños que hacen reír al espectador. La vida es tragicómica, como el teatro. De ahí viene su capacidad para emocionar y epatar al público. "El teatro es una forma de comunión, de compartir, no tiene nada que ver con el intelecto. El teatro no es ni debe ser intelectual", afirma contundente.
El teatro ha de elevarte hasta un estado casi eufórico, como una droga. O como el ciclón Obama, que Irina Brook vive en Boston estos días. "Todo el mundo está emocionado con Obama y creo que, si gana, se pueden escribir grandes textos", afirma. Eso sí, si pierde, también tiene claro lo que haría: "Sería una sorpresa enorme y me replantearía mi estancia en EEUU".
El bebé Brook llora de nuevo. Toca poner fin al montaje y regresar a la vida.
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