Este artículo se publicó hace 13 años.
Irlanda vota para transformar el mapa político y hacer frente a la crisis
La jornada electoral en Irlanda concluyó hoy con una participación que podría superar el 70 % en unos comicios de los que se espera que transformarán el mapa político del país, que se encuentra al borde de la bancarrota.
Según la Radiotelevisión irlandesa (RTE), poco antes del cierre de los colegios electorales algunas circunscripciones han llegado a registrar una participación del 80 %, mientras que en la mayoría rondaban el 70 %.
En muchos sentidos, estos comicios son extraordinarios, ya que, para empezar, suponen un cambio de régimen si se confirme -como pronostican las encuestas- la victoria del conservador Fine Gael (FG) de Enda Kenny y el descalabro del gobernante Fianna Fáil (FF), en el poder desde 1997 y durante la mayor parte del siglo pasado.
Tienen lugar, además, solo cuatro meses después de que la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) aterrizase en la isla para rescatar a un Gobierno que se empeñó en pagar con el dinero del contribuyente la factura del sistema financiero que financió la especulación salvaje de los constructores.
Así lo han entendido los más de tres millones de irlandeses con derecho a voto que, desde la apertura de las urnas a las 07.00 GMT, continuaban acercándose a los centros electorales en porcentajes superiores a los registrados hace cinco años, cuando la participación fue del 67 %.
Tampoco antes en la historia democrática de este país su electorado había tenido un número tan alto de opciones de independientes y partidos minoritarios a los que dar su voto, 233 candidatos en total, 125 más que en las legislativas de 2007.
Según las encuestas, entre 15 y 20 independientes podrían lograr escaños en un Parlamento compuesto por 164 diputados, pero su importancia no se conocerá hasta que el recuento final, que comienza este sábado a las 09.00 horas, revele la magnitud de la victoria del FG, cuyo apoyo se sitúa en torno al 40 % según las encuestas.
La mayoría de los irlandeses prefiere una reedición del Ejecutivo de coalición formado por el FG y el Partido Laborista que ya gobernó el país entre 1994 y 1997.
Los conservadores, sin embargo, podrían quedarse muy cerca de los 83 escaños que permiten gobernar en solitario y contemplar la posibilidad de recurrir a candidatos independientes para sacar adelante votaciones parlamentarias, prescindiendo de los laboristas, a los que los sondeos dan unos 40 diputados.
En este sentido, el líder laborista, Eamon Gilmore, alertó hoy sobre el riesgo de dar al FG "el monopolio del poder" en tiempos de crisis, cuando lo ideal, dice, es formar un Gobierno de unidad nacional para acometer la profunda reestructuración económica dictada por la UE y el FMI en el rescate a este país.
Su lógica se apoya sobre el hecho de que los candidatos independientes son un claro exponente del clientelismo político irlandés, más preocupados por las necesidades de pequeñas comunidades, de las que dependen para ser reelegidos, que de las del país en general.
Es el caso, por ejemplo, de los parlamentarios Maureen O'Sullivan y Fintan McGrath, candidatos en circunscripciones del norte de Dublín, áreas de clases trabajadoras.
O'Sullivan, quien sustituyó en la Cámara Baja al diputado Tony Gregory tras su fallecimiento en 2009, se presenta simplemente como la "Candidata de Gregory" y continúa la labor de aquel para erradicar los problemas de marginación, delincuencia, paro y drogas que afligen a esta circunscripción dublinesa.
La complejidad del sistema electoral irlandés, de representación proporcional mediante voto transferible, también beneficia a esta especie de "activistas".
El votante recibe una papeleta con la lista de candidatos, enumerados por orden alfabético, en la que debe señalar la casilla de su favorito con el número "1", pero, si lo desea, puede designar a un segundo candidato con el número "2" y así sucesivamente, de manera que su voto podrá ser utilizado, según las normas de transferencias, tantas veces como sea necesario.
Así, algunas formaciones podrían aumentar su número de escaños gracias a los votos de segundas, terceras y sucesivas preferencias.
Este sistema permite al ciudadano marcar sus sufragios de una manera estratégica, al tiempo que garantiza la computación de todas sus opciones.
Los candidatos independientes salen beneficiados porque, en teoría, los partidarios de los mayores partidos no suelen dar sus segundas preferencias a los candidatos rivales, sino a los de las formaciones periféricas.
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