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Israel completa su viaje a la extrema derecha

Netanyahu formará un Gobierno de coalición con el radical Lieberman y los partidos religiosos

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Casi un mes después de las elecciones legislativas, el Likud ha optado por el realismo y completado su viaje hacia una coalición de Gobierno para la que contará exclusivamente con el apoyo de los partidos de extrema derecha y ultraortodoxos.

Esta opción, la más radical pero la única viable en estos momentos, descarta la inclusión del partido Kadima, puesto que su líder, Tzipi Livni, exige demasiadas contrapartidas, y de los laboristas de Ehud Barak, quien muy a su pesar informó ayer a Binyamin Netanyahu de que no existe una base sólida para la entrada de su partido en la coalición.

El principal aliado de Netanyahu será Avigdor Lieberman, de la formación Israel es Nuestra Casa, que cuenta con quince escaños y que recibirá cuatro carteras, las de Exteriores, Infraestructuras, Seguridad Pública y Turismo, además del compromiso de que el ministerio de Justicia seguirá en manos del controvertido Daniel Friedmann. La principales líneas del acuerdo ya se han cerrado, informaron ayer los principales medios de comunicación del país.

Lieberman ha aceptado Exteriores aunque no esconde que hubiera preferido Defensa, una cartera que tal vez no le hubiera venido como anillo al dedo a un político partidario de bombardear Beirut, Teherán y la presa de Aswan para inundar El Cairo.

En realidad, tampoco la de Exteriores parece hecha a su medida, aunque el extremismo del que siempre ha hecho gala se ha moderado en los últimos días. El mismo lo ha reconocido al decir que ahora se 'entrena' como diplomático.

Lieberman está pendiente de que la Fiscalía le anuncie varios cargos por corrupción por sus relaciones con una empresa de asesoramiento que dirige su hija y que ha recibido importantes sumas de dinero de empresas extranjeras por informes que parecen ficticios, aunque Lieberman lo niega.

A partir de ahora tendrá que tratar con políticos y diplomáticos europeos y árabes, a quienes su currículum no les parece muy apropiado para un ministro de Exteriores. Netan-yahu, sin embargo, se reservará todo lo tocante al eufemísticamente llamado proceso de paz, incluidas las rela-ciones con Estados Unidos.

El avance del proceso de paz únicamente depende de la voluntad de Barack Obama. Si el presidente norteamericano se lo propone, tendrá que trabajar muy duro para conseguir que Israel cambie de actitud y acepte retirarse del Golán y de los territorios ocupados, donde viven medio millón de colonos.

Es curioso que Israel y Washing-ton exijan a Hamás que reconozca a Israel y que acepte todos los acuerdos firmados por la OLP, cuando el nuevo gobierno de Netanyahu y Lieberman, no cumple con esosrequisitos.

Los nuevos líderes israelíes guardan silencio respecto a estos asuntos, pero están siguiendo con la mayor atención las novedosas iniciativas que Obama ha puesto en marcha en toda la región de Oriente Próximo.

Esto incluye el diálogo con Siria que Washington ha reanudado este fin de semana y que ha concluido con un anuncio positivo sobre el papel que Damasco puede jugar para la estabilidad de la zona.

O el anuncio de que el Reino Unido va a entablar un diálogo con Hamás, que abrirá una nueva era de relaciones entre la organización palestina y Europa. Estas nuevas políticas revelan que la Administración de Obama ha decidido acabar con las posiciones tan negativas aunque impulsadas por Israel que Washington defendió durante el mandato de George Bush.

Netanyahu se está tragando esos sapos en silencio porque no quiere un enfrentamiento directo con Obama, pero el lobby judío de Estados Unidos ya ha comenzado a trabajar cuestionando públicamente algunos nombramientos que está haciendo el Gobierno.

En el periodo transcurrido desde el juramento de Obama el 20 de enero, EEUU ha elevado a Israel cinco protestas por la construcción en los territorios ocupados. Se trata de una gran novedad con la que Netanyahu tendrá que contar si quiere seguir expandiendo las colonias como es su intención.

Sólo una fuerte presión de EEUU sobre Netanyahu y sus aliados puede servir para que se registre algún progreso del proceso de paz, y aunque el inicio del mandato de Obama está siendo positivo, queda por ver si esa presión es suficiente para doblegar la política del Estado sionista.

Netanyahu también ha cerrado un acuerdo con Shas que proporcionará cuatro carteras al partido ultraortodoxo. Entre Shas e Israel es Nuestra Casa existe un conflicto grave que afecta al carácter profundamente teocrático de alguna instituciones israelíes. De hecho, los dos grandes rabinos de Israel ya se han puesto a buscar una solución para los millares de israelíes que no se pueden casar por no ser estrictamente judíos.

Las negociaciones de Netanyahu con los partidos que se integrarán en la coalición han suscitado un gran resentimiento dentro del Likud. Los barones se quejan de que las negociaciones están dejando todos los ministerios importantes en manos de las formaciones más pequeñas y de que a ellos sólo les quedarán los ministerios menos relevantes.

'Todos los ministerios son importantes y el que no quiera un ministerio concreto no tiene la obligación de aceptarlo', respondió ayer Netanyahu a quienes están protestando en los medios de comunicación.

De todas formas, se espera que haya carteras para casi todos. Netanyahu baraja un gabinete de veinticinco 25 ministros, aunque es obvio que sólo él y Lieberman cortarán realmente el bacalao.

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