Vistos desde lejos, los flysch de la playa de Itzurun parecen milhojas talladas en rocas calizas y areniscas. Su origen está en la erosión milenaria del mar, que ha dado lugar a estos enormes acantilados verticales de hasta 150 metros de altura. El Cantábrico, trabajador paciente, ha creado así a la estampa más característica de la playa, ubicada en uno de los tramos más espectaculares del litoral guipuzcoano.

Encajada entre la rotunda fisionomía de los acantilados, el arenal de Itzurun parece todo delicadeza, con su fina arena y sus 270 metros de longitud. Su fuerte oleaje nos recuerda, sin embargo, que estamos ante una playa brava y abrupta, más apropiada para los deportes acuáticos que para el baño. Los amantes del surf, el piragüismo, el bodyboard y el submarinismo tienen aquí una apuesta segura. También los que busquen mejorar su salud, pues a las aguas de Itzurun se les atribuyen beneficiosas propiedades por su alta concentración de yodo.

Quienes persigan simplemente la belleza del entorno han dado con el lugar apropiado: abierta al mar Cantábrico, bajo la sombra de la ermita de San Telmo, patrón de los navegantes, Itzurun ofrece una amplia panorámica de la costa. Su ubicación, muy cerca del casco urbano de Zumaia, permite conocer esta localidad, en la que se pueden visitar diferentes edificios religiosos y el Museo Zuloaga, dedicado a su obra y a la colección de arte que el pintor reunió a lo largo de su vida.

Itzurun es también un buen punto de partida para realizar una ruta del flysch, recorriendo una serie de puntos de la costa vasca en los que están presentes estas peculiares formaciones rocosas: desde esta playa hasta Deba, el recorrido nos lleva a descubrir un fenómeno geológico de lo más peculiar.