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IU frena su caída y mantiene su suelo electoral de 2004

Sus dos eurodiputados repiten acta, pero pierde cuatro décimas de apoyo

JUANMA ROMERO


 Lara, ayer, flanqueado por Willy Meyer y toda la cúpula de Izquierda Unida. - GUILLERMO SANZ

Por fin. Por fin llegaban las (moderadas) buenas noticias para Izquierda Unida. Por fin se mataba el bicho del desastre perpetuo, de la caída inexorable. Por fin IU, toda IU sin apellidos, sin corrientes podía salir a celebrar, con cautela, un resultado electoral. No sucedía desde 1999, precisamente en otras europeas.

IU no barrió. Pero sí consiguió salvar los muebles. Algo más que los muebles. Era su primera contienda electoral en toda España tras la debacle de las generales, su primer duelo con las urnas tras la renovación de la cúpula y el nombramiento de Cayo Lara como coordinador. Con el 99,7% escrutado, IU, y su aliada, Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), revalidó su resultado de hace cinco años.

Con pocas diferencias. Se situó cerca de la frontera del 4% recabó 582.981 papeletas y el 3,7% de los sufragios, o sea, 60.155 votos y 4,2 décimas menos y, al contrario de lo que vaticinaban algunas encuestas, mantuvo sus dos escaños en el Parlamento Europeo. Como en 2004, Willy Meyer y el ecosocialista Raül Romeva, dos de los eurodiputados más trabajadores en la última legislatura, recogerán su acta.

Desde luego, IU e ICV no lo tenían nada fácil este 7-J. Luchaba contra el bipartidismo, el avance de la derecha, la campaña casi de alcantarilla entre los dos grandes partidos, la guadaña de la abstención. Pero lo logró. Y se palpó enseguida en la sede federal, en la madrileña calle de Olimpo. Los dirigentes de todas las familias recibieron a Meyer y Lara con aplausos, se sucedieron las risas, las palmadas en la espalda, la alegría sostenida.

'Sentimos una satisfacción moderada subrayó Meyer, eufórico. Nos consolidamos como la tercera fuerza política, pero el trabajo continúa para avanzar hacia una Europa de los trabajadores'. Lara también se felicitó por los resultados. Pero denunció la 'campaña turbia' de PP y PSOE que, a la postre, se ha traducido en un 'hastío' de los ciudadanos. En la alta abstención. 'Asumimos nuestra parte de responsabilidad', sostuvo, 'pero no se nos puede imputar la mayoría de la culpa, que es del Gobierno y al PP, y en Europa, a los conservadores y los socialdemócratas. Estos deberían reflexionar a fondo'.

Hubo otro mensaje más. Casi de más calado. 'Es el momento de abrir la organización. Tenemos el compromiso de refundar IU', aseveró Meyer. Ya sí que no hay vuelta atrás. Pasado el trance del 7-J, hay que reconstruir la federación. Y lo hará con la gente. 'Vamos a patear cada rincón de España', añadió Lara. 'Estaremos en la movilización permanente porque la crisis continúa y ayudaremos a frenar a la derecha'.

'¡Uff!', resoplaban los dirigentes a la salida. Preocupa el dato de Madrid (IU está detrás de UPyD), pero al menos no se abre el melón de la crisis interna. La unidad queda por fin salvaguardada.

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