Este artículo se publicó hace 17 años.
Joaquín Cortés dejó su piel en la "Carita de Dios"
El bailarín flamenco Joaquín Cortés, se dejó la piel en la capital ecuatoriana, conocida también como la "Carita de Dios", en donde presentó durante más de dos horas su más reciente coreografía, titulada "Mi soledad".
"Ante todo, me encanta venir a lugares nuevos, a los que no había visitado. Es un verdadero placer poder llegar aquí a Ecuador", dijo Cortés a su público en el Teatro de la Casa de la Cultura en Quito, mientras tomaba unas bocanadas de aire que le devolvía el aliento tras haber bailado anoche durante una hora y media.
"Perdonadme que me exprese a través de la palabra, pero quiero comunicarme con vosotros no sólo a través de la danza y la música, sino de la palabra", dijo el bailador al confesar que la altura de la "Carita de Dios" le dejaba agotado.
"Perdonadme si me expreso despacito, vosotros vivís en un país muy alto", destacó mientras afirmaba que ese suceso le ha obligado a sudar más de lo acostumbrado.
"Han visto como sudo, es que me dejo la piel, y lo hago por ustedes", manifestó Cortés a sus seguidores que estallaron de alegría y empezaron a corearle "bailador, bailador".
Tras sonreír y tomar más bocanadas de aire reiteró que se deja "la piel" porque le gusta, porque está "enamorado de la música, del arte, de vivir de la cultura", reiteró Cortés, que llegó al país el pasado martes para una única presentación en la capital.
Vestido con un pantalón morado pegado al cuerpo, una camisa negra con brillos en el pecho, chaqueta y botas, el bailador invitó al público a "viajar por el país de nunca jamás" que, según explicó, es la cultura, el arte, la danza y la música.
En una oscuridad total acompañada de algunos gemidos, el cuerpo de Cortés empezó a perfilarse en el escenario.
Mientras pasaba el tiempo la melodía que entonaban los músicos se hacía más fuerte hasta que un zapateado de Cortés marcó el inició de un ritmo que no se detendría durante más de dos horas.
Los movimientos del bailarín, que cambió de atuendo cuatro veces ocasiones, arrancaron los aplausos del público masculino y algunos piropos del grupo femenino.
Cada zapateado del "gitano universal" era respondido por algún instrumento musical que luego se fusionaba en una sola melodía.
Cortés, que desprendió gran cantidad de energía, tampoco aguantó las ganas de mantener contacto con su público y cuando todo parecía que iba a terminar, el coreógrafo y también actor, bajo del escenario y recorrió buena parte del Teatro de la casa del Cultura.
Los seguidores, sorprendidos ante el acto del bailador, se levantaron de sus butacas y empezaron a rodearle pero, los movimientos veloces del bailador le permitían escapar.
Una vez que rompió con la formalidad de la presentación volvió a hacer una confesión y, esta vez sin micrófono, empezó a preguntar a los asistentes qué es lo que querían que él hiciera.
Cortés, con un gesto de preocupación, pidió que se cerrara el telón y cuando parecía que se retiraría para dialogar con sus músicos, escondió su cuerpo entre la tela y su cabeza era lo único que se divisaba.
De pronto separó el telón y empezó nuevamente a bailar con más fuerza, si cabe.
El público, que no paraba de aplaudir, se convirtió en músico, pues al son de las palmas, Cortés empezó a bailar y lo hizo un largo rato más.
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