Este artículo se publicó hace 15 años.
Johan Lorbeer desafía de nuevo la ley de la gravedad en Santander
Un hombre flotando en el aire a dos metros sobre el suelo, con tan sólo una mano apoyada en la fachada del Palacio de la Magdalena, es lo que han podido ver los alumnos de la Universidad Menéndez Pelayo antes de entrar hoy a sus clases.
Ese hombre es Johan Lorbeer, un artista alemán que lleva quince años sorprendiendo a los viandantes de todo el mundo con posturas surrealistas en el espacio, con la intención de explorar la percepción humana.
La sorpresa es lo primero que Lorbeer ha podido explorar en las caras de la gente que hoy pasaba por la Magdalena y luego la duda.
"Eso tiene que ser una maqueta", "yo creo que es un estructura de alambre lo que le sujeta", "esa no puede ser su mano", "pues yo no tengo ni idea, puede ser cualquier cosa", comentaba la gente que estaba allí viéndole.
La más aventurada ha sido una mujer que creía que eran corrientes del aire las que, sin saber de dónde podían venir, permitían a Lorbeer flotar en el aire, y los más fascinados unos niños que intentaban alcanzar los pies del artista dando saltos.
La obra, que ya se ha exhibido en otras ciudades españolas, se llama "Tarzán/Standing Leg" en honor al famoso personaje literario que nunca toca el suelo y a los cánones de las esculturas griegas y romanas, ha explicado a la prensa Johan Lorbeer.
Según este profesor de Bellas Artes de la Universidad de Berlín, su actuación, en la que él aparece vestido con ropa normal representando una situación cotidiana, se transforma en una obra de arte viva que obliga al espectador a plantearse preguntas como ¿es una estatua?, ¿está él en la posición correcta?, ¿lo estoy yo?, ¿quizá los dos?
"Para que estas preguntas inquieten al espectador, la actuación debe durar necesariamente entre una hora y media y dos horas", ha indicado Lorbeer, ya que de lo contrario su obra no trascendería a lo anecdótico y así la audiencia tiene tiempo de reflexionar y cambiar su perspectiva de las cosas.
En el transcurso de esas dos horas, Lorbeer observa como los espectadores, mientras le contemplan, comienzan a hablar entre ellos, a hacerse esas mismas preguntas en voz alta, "a compartirlas con el de al lado", y es en ese momento -ha recalcado el artista- cuando su actuación se convierte en obra de arte, ya que se crea la comunicación.
"Para mí, el arte se define necesariamente como un intercambio de comunicación", ha subrayado. EFE
sga/jmr/pv
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.