Este artículo se publicó hace 13 años.
José L. Gómez destaca que la cultura está más allá del PIB, es una cuestión de identidad
El actor José Luis Gómez, elegido hoy académico de la Lengua, se siente "agradecido" por su elección y "honrado" con que alguien de su profesión forme parte de una institución "donde se dirimen aspectos esenciales de la lengua", que es "la principal herramienta para un actor".
"Creo que el teatro debe estar representado en la Academia", afirma Gómez en una entrevista con Efe que tiene lugar en el Teatro de la Abadía, fundado y dirigido por él, en vísperas de su elección como académico para cubrir la vacante de Francisco Ayala.
En ese encuentro, Gómez, Premio Nacional de Teatro y premio al mejor actor del Festival de Cannes por la película "Pascual Duarte", dice que el teatro español vive "un período de enorme fertilidad", aunque faltan centros institucionales, y muestra su preocupación por el hecho de que "los políticos a veces se interesen por las artes y por la cultura" en función de "su contribución al PIB".
"La cultura está más allá del PIB. Es una cuestión de identidad", subraya este gran actor y director teatral, que, aunque no es "augur", teme que los recortes que aplique el nuevo gobierno afecten también a la cultura, y "si algo tiene España, aparte de grandes bellezas naturales o de un panorama gastronómico delicioso, es un legado y una riqueza cultural muy diversa".
"Si eso no se vehiculiza y fomenta, se pierde una de nuestras mayores bazas ante el mundo", asegura Gómez (Huelva, 1940), que desea en esta entrevista rendir homenaje a Francisco Ayala, "un personaje inolvidable de la cultura española del siglo XX", y también a Fernando Fernán Gómez, que le precedió en la Academia "como actor y como escribidor".
"Me hubiera gustado coincidir con él", señala José Luis Gómez, que en absoluto esperaba que lo propusieran como académico de la Lengua.
De hecho, tuvo sus dudas "antes de decir sí a las personas que tan generosamente presentaron" su candidatura: Francisco Nieva, Emilio Lledó y Juan Luis Cebrián.
Pero Gómez, el primer actor que entra en la Real Academia Española sin compartir esta actividad con la de la escritura, cree que puede aportar su amplísima experiencia en el campo de "la alocución o habla escénica", que es mucho más que una buena dicción: se trata de que "la lengua cobre el mejor sonido y sea plena portadora de sentido", afirma.
Esa experiencia empezó a labrarse durante sus años de "aprendizaje como actor en Alemania", una etapa que él sintió "como una caída del caballo" cuando, "en un tiempo récord de cuatro años", tuvo que "aprender perfectamente alemán, fonética y gramaticalmente".
"En Alemania existe una de las grandes tradiciones de la alocución dramática de occidente", y "el cuidado fonético lo llevan a unos extremos de perfección extraordinarios", indica el actor, que "durante once años" practicó y ejerció en aquel país todo lo aprendido.
Cuando volvió a España, en 1972, Gómez detectó que "la tradición de alocución escénica española vivía en un ámbito de descuido. Dicho con el mayor respeto: no se hablaba muy bien en el escenario".
De ahí que, tras dirigir el Centro Dramático Nacional y el Teatro Español, cargos de los que dimitió "por intromisiones en la gestión", fundara el Teatro de la Abadía en 1995 para realizar "un proceso intenso de revisión de los usos de la lengua en el escenario".
"Creo que nuestra labor ha contribuido a que los actores, sobre todo los de las nuevas generaciones, sean mucho más conscientes de la importancia del buen uso de la lengua en el escenario", y esa puede ser, en su opinión, su principal contribución a la Academia.
Gómez tiene claro que el prestigio del idioma español "es más demográfico que cultural", y su experiencia "en el campo del teatro en Europa" le demuestra que los grandes teatros europeos "no caen en que el español sea una lengua de cultura representativa", y a veces prefieren "programar una obra en polaco, en lengua checa o en sueco antes que en español".
"Y esta es una situación que debemos ver a la cara, evidentemente sin complejos, y que nos incita al trabajo con urgencia". "Aún hoy, a muchos de nosotros se nos enredan los versos de nuestros clásicos entre las piernas, por no decir en la lengua, y eso es una tarea aún no cumplida", asevera Gómez.
El teatro en España, prosigue, vive "un período de enorme fertilidad", aunque, aparte de en Madrid y Barcelona, hay pocas instituciones dramáticas. Eso contrasta con Alemania, que cuenta con "188 o 190 teatros institucionales con un encargo público de fomento y difusión de teatro de alta calidad".
"No es nuestro caso, porque los políticos no han entendido que eso fuera una necesidad; no por otra razón", aclara Gómez.
Por Ana Mendoza
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