Este artículo se publicó hace 16 años.
Juan Gelman afirma que las heridas de la dictadura aún no están cerradas
El dolor, que ha marcado la vida del poeta argentino Juan Gelman, impregnó hoy su discurso de agradecimiento del Premio Cervantes, en el que afirmó que las heridas de la dictadura "aún no están cerradas", sino que "laten en el subsuelo de la sociedad como un cáncer sin sosiego".
"Su único tratamiento es la verdad. Y luego, la justicia. Sólo así es posible el olvido verdadero", destacaba Juan Gelman tras recoger el galardón de manos del Rey, en la ceremonia que tiene lugar en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares cada 23 de abril, día en que se conmemora la muerte de Cervantes.
Gelman (Buenos Aires, 1930) ganó el Premio Cervantes por ser un gran poeta que ha sabido integrar en su obra "su terrible historia personal", y era previsible que su tragedia, y la de miles de argentinos, surgiera en un discurso de tono reivindicativo entremezclado con su admiración por el autor del Quijote.
El escritor celebraba hoy llegar "nuevamente a una España empeñada en rescatar su memoria histórica, único camino para construir una conciencia cívica sólida que abra las puertas al futuro".
"Ya no vivimos en la Grecia del siglo V antes de Cristo en que los ciudadanos eran obligados a olvidar por decreto. Esa clase de olvido es imposible. Bien lo sabemos en nuestro Cono Sur", decía Gelman, cuyo hijo Marcelo y su nuera Claudia, embarazada de siete meses, fueron asesinados en 1976 por los militares.
Tras 23 años de intensa búsqueda Gelman dio con su nieta en Uruguay, donde había sido criada por la familia de un policía de aquel país. Hoy, Macarena, asistía emocionada a la ceremonia.
"Hay recuerdos que no necesitan ser llamados y siempre están ahí y muestran su rostro sin descanso. Es el rostro de los seres amados que las dictaduras militares desaparecieron", ha dicho Gelman en su discurso, que leyó lentamente y con voz queda.
"Pesan en el interior de cada familiar, cada amigo, cada compañero de trabajo y alimentan preguntas incesantes: ¿cómo murieron? ¿Quiénes lo mataron? ¿Por qué? ¿Dónde están sus restos para recuperarlos y darles un lugar de homenaje y de memoria? ¿Dónde está la verdad, su verdad? La nuestra es la verdad del sufrimiento. La de los asesinos, la cobardía del silencio", añadía Gelman.
Al principio de su discurso, el escritor consideraba "verdaderamente admirable" que el jurado del Cervantes hubiera premiado a la poesía "en estos tiempos mezquinos y de penuria, como los calificaba Hölderlin", y en un mundo como el actual "en el que cada tres segundos y medio un niño menor de cinco años muere de enfermedades curables, de hambre, de pobreza".
"Pero ahí está la poesía: de pie contra la muerte", subrayaba Gelman, para destacar a renglón seguido la importancia que tuvo para él la obra de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz durante el exilio al que lo condenó la dictadura militar argentina.
"Su lectura me reunió con lo que yo mismo sentía, es decir, la presencia ausente de lo amado, Dios para ellos, el país del que fui expulsado para mí". También el Quijote le abría entonces "manantiales de consuelo", señaló.
Gelman recordó en su intervención a los 30.000 desaparecidos que causó en su país la dictadura.
"Cabe señalar que la palabra 'desaparecido' es una sola, pero encierra cuatro conceptos: el secuestro de ciudadanas y ciudadanos inermes, su tortura, su asesinato y la desaparición de sus restos en el fuego, en el mar o en suelo ignoto", aseguraba el autor de "Mundar".
Cuando leyó en la adolescencia el Quijote, quería saber a toda costa "cómo habría sido el hombre, don Miguel".
El autorretrato que trazó en el prólogo de las Novelas Ejemplares: "Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada", "nada" le decía, "salvo la mención de sus 'alegres ojos'".
"Comprendí entonces que él era en su escritura. Me interno en ella y aún hoy creo a veces escuchar sus carcajadas cuando acostaba al Caballero de la Triste Figura en el papel. Sólo quien, desde el dolor, ha escrito con verdadero goce puede dar a sus lectores un gozo semejante", decía el poeta.
Gelman hablaba hoy "como lector devoto de Cervantes" y, parafraseando al genial escritor, declaraba "sin ironía alguna" que, "con seguridad", su discurso carecía "de invención", era "menguado de estilo, pobre de conceptos, falto de toda erudición y doctrina".
"Cervantes se instala en un supuesto pasado de nobleza e hidalguía para criticar las injusticias de su época, que son las mismas de hoy: la pobreza, la opresión, la corrupción arriba y la impotencia abajo, la imposibilidad de mejorar los tiempos de penuria que Hölderlin nombró", añadía.
Y recordó que ya Cervantes habló de como se ha modificado la concepción de la muerte en Occidente: "es la aparición de la muerte a distancia, cada vez más segura para el que mata, cada vez más terrible para el que muere".
Esa muerte a distancia acabó con 200.000 civiles en Hiroshima. "La muerte se ha vuelto anónima y hay algo peor: hoy mismo centenares de miles de seres humanos son privados de la muerte propia. Así se da en Irak", subrayaba, sin olvidar que El Quijote es también, como dice el historiador y filósofo Juan Carlos Rodríguez, "una gran novela de amor. Del amor imposible".
"Hay millones de espacios sin nombrar y la poesía trabaja y nombra lo que no tiene nombre todavía". El atrevimiento "conduce al poeta a un más adentro de sí que lo trasciende como ser", señaló.
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