Este artículo se publicó hace 18 años.
La Junta Militar birmana continúa las redadas de opositores y periodistas
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La Junta Militar de Birmania (Myanmar), una vez aplastadas las manifestaciones pacíficas, prosigue hoy con las detenciones de opositores y de los periodistas y personas que filtraron informaciones e imágenes sobre la brutal represión.
La notable presencia militar continúa en Rangún y por la noches se hacen redadas para atrapar a los que participaron, aplaudieron o tan siquiera se quedaron a contemplar las marchas de monjes budistas que durante más de una semana desafiaron a un régimen que gobierna el país como quiere desde hace 45 años.
"Distribuyen fotos de aquellos que tomaron parte en las protestas a las autoridades locales y éstas hacen redadas en las casas de los que participaron y les arrestan", dijo un birmano a radio Mizzima.
El Gobierno también mantiene el control de los monasterios para impedir que los bonzos vuelvan a salir a las calles y en algunos de estos centros religiosos, como el de Magwe, en la población de Pakokku, los mismos monjes hacen turnos nocturnos de vigilancia por temor a que los militares entren por sorpresa.
En otros, como en Moegok, en la división de Mandalay, son los propios habitantes los que se presentan voluntarios para hacer las guardias por las noches.
"Jóvenes en muchos barrios de Moegok vigilan los monasterios para impedir que las autoridades detengan a los monjes. Hay como unos cincuenta jóvenes en cada monasterio por la noche", declaró un residente de la ciudad a la emisora de radio la Voz Democrática de Birmania.
La Junta Militar ha detenido a unas 6.000 personas, más de un millar de ellas monjes, desde el 26 de septiembre, cuando empezó la represión de las manifestaciones tras prohibirse las reuniones públicas e imponerse el toque de queda en Rangún y Mandalay.
Al menos 16 personas murieron, entre ellas un reportero gráfico japonés a causa del disparo de un soldado, aunque el Gobierno sólo admite diez muertes y la disidencia eleva el número a unos 200.
Además de los opositores, las autoridades mantienen la persecución de periodistas, tanto extranjeros como nacionales, y de aquellos ciudadanos que informaron al mundo de los tiros efectuados por militares contra manifestantes indefensos y que filtraron vídeos o fotos como la del cadáver de un bonzo flotando en un río.
El Ministerio de Información, bajo el mando del general de brigada Kyaw Hsan, dirige la campaña contra los periodistas, y cuenta con la colaboración de la Agencia de Noticias de Birmania.
En otro frente, el régimen militar continúa a través de sus agrupaciones sociales, como la Asociación para el Desarrollo y la Solidaridad de la Unión, las demostraciones públicas en ciudades de todo el país en apoyo del Gobierno, aunque para ello pague entre 1.000 y 3.000 kyat (unos 2,20 dólares máximo) por participante, según la región.
Las manifestaciones en Birmania comenzaron el 19 de agosto en protesta por la subida de los precios de los carburantes y se convirtieron en un desafió a la Junta Militar tras el maltrato de varios monjes budistas a manos de los cuerpos de seguridad.
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