Este artículo se publicó hace 17 años.
El Kurdistán permanece en calma y pendiente de las conversaciones de Ankara
La calma es hoy la tónica dominante en el Kurdistán iraquí, mientras todos los ojos están puestos en la delegación iraquí enviada a Turquía para tratar la crisis desatada por los últimos ataques del PKK contra el Ejército turco.
La delegación, encabezada por el ministro de Defensa, el general Abdelqader Yasim, se reunió esta mañana con sus interlocutores turcos y estaba previsto que esta tarde volvieran a encontrarse.
Solo los iraquíes comunicaron que habían traído propuestas concretas -que no especificaron- y que la primera reunión había resultado positiva, sin que la parte turca haya dado su versión de los hechos.
Turquía acusa al gobierno iraquí de tolerar la presencia y actividad del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en sus montañas, mientras Bagdad responde que les han pedido en varias ocasiones que se desarmen, pero que nada pueden hacer para obligarles porque se refugian en las montañas de Qandil, de difícil acceso.
Sin embargo, llama la atención el hecho de que en la carretera de Suleimaniya a Erbil, que es la última vía de importancia que conduce a esas montañas de Qandil, no se aprecia ningún refuerzo militar ni movimiento de tropas.
La tranquilidad domina los diversos puestos de control desplegados por los "peshmergas", los milicianos kurdos hoy integrados en el ejército regular pero que siguen fieles a sus respectivos partidos, como lo dejan bien claro en sus garitas.
Por el contrario, Turquía anunció el envío de más tropas a sus fronteras con Irak mediante helicópteros "Cobra", y donde están ya desplegados cerca de 100.000 soldados, según la agencia turca Anatolia.
Estados Unidos mantiene excelentes relaciones tanto con Turquía como con el gobierno autónomo del Kurdistán, pero los más de 150.000 soldados estadounidense desplegados en Irak están llamativamente ausentes de esta región, incluso en estos días de tensiones fronterizas.
La seguridad recae única y exclusivamente en los "peshmergas" kurdos, de los que muchos dudan que vayan a volverse contra sus "hermanos" del PKK aunque se lo pidiera Bagdad.
En las faldas de las montañas que dan acceso a los reductos del PKK, hoy se celebraban numerosas bodas kurdas, todas ellas al aire libre, en explanadas frente a los áridos riscos kurdos.
Los invitados parecían totalmente ajenos a la tensión política que viven Turquía e Irak a causa del PKK, un grupo que cuenta con entre 3.000 y 4.000 milicianos y que figura como organización terrorista en La Unión Europea y Estados Unidos.
El pasado domingo, un comando del PKK atacó a una patrulla militar turca, mató a doce soldados y capturó a otros ocho, que luego exhibió en varias páginas de internet kurdas.
En los últimos cinco días el ejército turco, que bombardeó sus supuestas bases tanto en Turquía como en Irak, ha matado al menos a 64 miembros del PKK, según la página web del Estado Mayor.
El presidente turco, Abdulá Gul -en medio de la creciente presión del Ejército-, dijo ayer mismo que su paciencia se había agotado y que el Gobierno iraquí debía presentar algo más que palabras.
Pero el Ejecutivo iraquí dirigido por Nuri al Maliki tiene poca o ninguna influencia en esta región, dominada por el Partido Demócrata del Kurdistán de Masud Barazani y la Unión Patriótica del Kurdistán de Yalal Talabani: ambos han dejado claro que no están de acuerdo con la lucha armada del PKK, pero que nunca entregarán a sus militantes a Turquía.
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