Este artículo se publicó hace 16 años.
Laporta logra un aval de doble filo
Un mes y medio después de que el voto de censura estuviera a punto de arrancarle de la presidencia del Barcelona, Joan Laporta logró ayer, ante la asamblea anual de socios compromisarios, un aval para seguir al frente del club que sin embargo no cierra el debate sobre su figura.
Sin la agitación social que desembocó en la dimisión de ocho directivos, mediado el mes de julio, el barcelonismo sólo parece dividido en torno al presidente: el entrenador, los fichajes, las cuentas y los presupuestos obtuvieron un respaldo mayoritario en la asamblea. La continuidad de Laporta, en cambio, fue aprobada por un estrecho margen.
El 40 por ciento de los compromisarios (942 votos totales sobre un total de 4.182 convocados) se manifestó en contra de Joan Laporta en el punto de máximo interés de una asamblea que dio el visto bueno al resto de puntos del orden del día y que sigue generando dudas sobre su representatividad en un club con casi 165.000 socios.
Laporta salvó su cargo por 150 votos, dato que ilustra el escepticismo que el presidente sigue generando en una buena parte de la afición, por más que el primer equipo de fútbol haya recuperado el crédito y las secciones disfruten de buenas perspectivas.
El socio del Barça no pone en duda el funcionamiento diario del club, ni la llegada de nuevos directivos (Jacint Borràs, Jordi Torrent, José Antonio Colomer, Maria Helena Fort, Xavier Bagués y Patrick Auset), sino la idoneidad de Laporta para representar al Barça.
Laporta ganó por la mínima (55,8 por ciento de votos a favor, 39,9 en contra y 4,3 en blanco), panorama que invita a pensar en un margen de acción muy limitado para el presidente. Después de agotar varias balas y de salvar dos 'match-ball', Laporta ya no se puede permitir ningún error grave.
Desde que los resultados del voto de censura le dejaron en la cuerda floja (un 60 por ciento de los votantes, 23.870 socios, reprobó su gestión), el presidente del Barcelona ha procurado mantenerse en un segundo plano. Ha moderado su discurso en un intento de reducir el "ruido en torno al club" al que apeló como culpable de la inestabilidad.
Sin embargo, la composición de la nueva directiva podría obligar a Laporta a asumir un mayor protagonismo. El perfil de los nuevos vicepresidentes no remite a la figura de Ferran Soriano o Marc Ingla, directivos con opciones de suceder a Laporta, sino a gestores con poca presencia mediática y escaso calado entre los socios.
Como la mayoría de presidentes de Primera división, Laporta queda expuesto a los resultados deportivos. Su mandato expira en 2010, pero su futuro a corto plazo pasa por el rendimiento de la plantilla de Josep Guardiola: si el equipo arranca con garantías, el debate sobre Laporta quedará aparcado. Pero si el Barcelona genera dudas en el campo, faltará por ver a quién pide explicaciones la afición. ¿El palco o el banquillo?
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