Este artículo se publicó hace 15 años.
Lars Von Trier muestra su cara más excesiva
'Anticristo', la última y polémica cinta del danés dogmático se estrena sin rivales peligrosos en la cartelera española
ANTICRISTO, por Eulàlia Iglesias
Ingresado en un sanatorio, en plena crisis profesional y mental, Ingmar Bergman escribió la que se convertiría en su mejor película, ‘Persona' (1966). El director sueco canalizó sus demonios interiores en una obra claustrofóbica, en la que la relación entre las dos protagonistas devenía una forma de vampirismo emocional. Lars von Trier también ha dirigido Anticristo tras un periodo depresivo.
Su filme funciona igualmente como un proceso de catarsis en que el retiro de una pareja para recobrar el equilibrio perdido se convierte en un descenso al círculo más profundo de los infiernos. Como Bergman, Von Trier opta por combinar el drama psicológico con elementos, en este caso mucho menos sutiles, del cine fantástico e incluso del ‘gore', que le permiten corporeizar sus delirios más irracionales. También es Anticristo una obra íntima, intensa y radical , pero al contrario que Persona, no permanecerá como uno de los filmes más intachables de la filmografía de su director. En el universo de Lars von Trier quizá se reserve un lugar para el milagro, pero no hay sitio para el paraíso. En el prólogo de ‘Anticristo', el cineasta presenta lo que podría ser un momento de felicidad matrimonial desde la estética del simulacro.
El estilizado blanco y negro, el montaje sincopado, la celestial música de Haendel... remiten a cómo la publicidad pretende aproximarse a la idea de bienestar. Porque en ‘Anticristo', esta felicidad acaba destapando su reverso doloroso, y el placer sexual encuentra una culpa que acarrear. A partir de aquí Von Trier nos arrastra a una espiral de autodestrucción íntima que pasa por el dolor y la eliminación física. En este encierro con un sufrimiento sin paliativos, el director también deja abierta la puerta a sus propias pesadillas que se manifiestan en imágenes y símbolos oníricos.
Pero la diversa fauna parlante desconcierta más que asusta, y el intento de que esta relación de pareja autoaniquiladora acabe siendo el resultado de una supuesta cadena histórica en que se mezclan de una forma demasiado ambigua y confusa la violencia hacia las mujeres, ritos paganos y cristianos y el Mal en mayúsculas lastran lo que debería haber sido un verdadero descenso a los infiernos del alma sin tantos trompicones.
¿UNA Y NO MÁS?
Mientras que Willem Dafoe ya había trabajado con Lars von Trier en Manderlay y así se suma al grupo de actores que van apareciendo en la filmografía del danés en papeles más o menos largos (Udo Kier, Jean-Marc Barr, Stellan Skarsgard...), Charlotte Gainsbourg quizá entre en la nómina de las actrices que, después de entregarse en cuerpo y alma a encarnar un papel a las órdenes de Von Trier, no repitan...
EL MUNDO DE LOS PERDIDOS, por Rubén Romero
En 1984, una escena de la segunda e infravalorada entrega de Indiana Jones, En el Templo Maldito, obligó a la industria a modificar el sistema de calificación por edades.Tal era el poder de su director, Steven Spielberg, que sólo para él se creó el "recomendada para mayores de 13 años" en Estados Unidos, ya que la escena de la extirpación del corazón era considerada demasiado violenta para la audiencia.
Por alguna extraña razón, al final, este nicho lo han ocupado películas como esta El mundo de los perdidos, que ni Will Ferrell logra salvar de la quema. Es decir, filmes formados por una sucesión de chistes soeces y escatológicos, que van de la lluvia dorada de dinosaurio al detritus de dinosaurio, esos animales prehistóricos que, mira tú por dónde, también puso de moda Steven Spielberg con Parque Jurásico. Si el problema de la película de Spielberg era la veracidad, el problema de El mundo de los perdidos reside en su deliberada cutrez, que resulta encantadora cuando no se tiene un centavo, pero que apesta cuando te has gastado 100 millones de dólares.
Dinero que, obviamente, no hay que ser ningún genio para saber que no vas a recuperar si no cuentas con el principal público dinoadicto, los menores de 13 años. Dicen que cada época tiene la película prehistórica que se merece: en ese caso, y ateniéndonos a este filme, nosotros no nos merecemos ni el aire que respiramos.
RECICLA, RECICLA
Si Obama quiere apostar por las energías renovables, debería fichar a alguien de Hollywood. Nadie recicla tanto. En esta ocasión se trata de la adaptación de la serie producida por Sid y Marty Krofft para la televisión estadounidense entre 1974 y 1976 con el argumento de la clásica novela de Conan Doyle. Los mismos hermanos son los responsables de este fiasco que encadilará a los amantes del ‘kitsch'.
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